Entrevista a Muy Paola, influencer de la planta

Demian Jara
04 Aug 2022

Paola Sagués, directora de Santiago Verde desde 2017 y alma mater de Muy Paola, ha creado un gran espacio en las redes sociales como influencer cannábica con sus 36 años. Sus contenidos en Instagram son un éxito hace cinco años. No hay fumeta que no la conozca. Tampoco hay causa social que no la tenga de su lado. Conversamos con ella de sus inicios, su familia, la discriminación por no haber sido pinochetista ni de chica y hasta del nuevo presidente Boric.


Muy Paola de Santiago Verde: “Cuando fumo todo es más rico”

Lleva la sonrisa a flor de piel no solo en Instagram sino en la conversación que tuvo con Soft Secrets. Con la sonrisa parece que matiza, da la impresión de esconderse de una pregunta que piensa dos veces antes de responder. La risa aparece como su rasgo personalísimo al reafirmar algo irónico o como un rito para sentirse viva. La risa es como su herramienta, su bandera. “Mi mamá me enseñó que la vida es para reír, para disfrutarla, para ser feliz. ¿Sino pa’ qué?”, dice desde Ñuñoa, su barrio en Santiago de Chile.

Su alegre habilidad le “ha permitido disfrutar de cada día de la vida como si siempre fuera nueva y eso viene de la mano con reírse mucho”, dice mientras suelta una risa corta, contundente, inconfundiblemente contenta y también algo volada, con los ojitos chinos.

La risa es como la puerta de entrada a su persona. Y también una trinchera contra aquello que se impone a su disfrute.

“La sociedad tiene un problema con el placer, no podemos tirar, no podemos drogarnos, no podemos comer en exceso… Bueno, comer en exceso hace mal, drogarnos mucho quizás también, aunque depende con qué. Pero si lo haces con responsabilidad y cierto cuidado con el entorno y uno mismo, está bien”.

La risa de Paola también ha sido un mecanismo de defensa contra el pinochetismo. “Soy de Los Ángeles un pueblito en el sur, muy, pero muy conservador. Mis amigos tenían cuadros de Pinochet en su habitación. Copas de Pinochet, he comido en platos de Pinochet”, dice mientras larga una carcajada corta pero inconfundible.

“Yo era la discriminada porque no era pro Pinochet, sufría eso en mi adolescencia. Mis padres eran ateos y además de izquierda. En el colegio todos eran híper católicos y conservadores. Toda la vida estuve antagonizando con mi entorno”, explica.

Muy Paola: “La sociedad tiene un problema con el placer, no podemos tirar, no podemos drogarnos, no podemos comer en exceso". Foto @tamarajis
Muy Paola: “La sociedad tiene un problema con el placer, no podemos tirar, no podemos drogarnos, no podemos comer en exceso". Foto @tamarajis

Sus padres eran devotos de la tecnología. Por eso consiguió acceso a internet a mediados de los 90, y también cámaras de video. “He vivido la historia de las redes sociales, he pasado por todas, mi vida social ha pasado por las redes sociales”.

Y también por la cannabis, en femenino, así la nombra. La conoció en un bosque, en la ribera de un arroyuelo que serpentea su pueblo natal. Recuerda haber comido tallarines con amigas y bajar al bosque. Y que mientras pensaba que la weá no pegaba una mariposa brotó del suelo y entonces se sintió en un video clip y se dejó volar con la mariposa, para siempre.

Desde hace cinco años Paola se ha convertido en una celebridad cannábica, no solo en Chile sino en la región. Su buen humor y su manejo de redes sociales, han puesto a sus producciones audiovisuales en el radar de cientos de miles que buscan conocer alguna técnica de cultivo, un nuevo growshop, algún producto, o simplemente reír por reír con unas muy ocurrentes humoradas fumetas.

Muy paola de Santiago Verde: “He vivido la historia de las redes sociales, he pasado por todas". Foto @tamarajis
Muy paola de Santiago Verde: “He vivido la historia de las redes sociales, he pasado por todas". Foto @tamarajis

—¿Cuándo te distes cuenta que el cannabis era algo más que estar volada entre amigos y podía ser algo más que un pasatiempo?

— Siempre he estado comunicando en diferentes plataformas y momentos de mi vida, siempre perteneciendo a comunidades digitales. Además, soy guionista, estudié cine en Buenos Aires. Entré a comunicación audiovisual y sabía que quería hacer contenidos para internet. Lo tenía clarísimo porque ya había tenido un blog antes donde me había ido muy bien porque tenía un buen flujo de gente.
La primera vez que vi una hoja de cannabis fue en una feria de aretes. Tenía 13 años, año 1999, el arito tenía una hoja de marihuana y dije: “Guauuuu, qué lindo… ¡Este aro tiene que ser mío!” Lo compré y una amiga me dijo: “¿Sabés lo que es eso?” No, le dije. “Es una hoja de marihuana”. Nunca pensé que el cannabis era malo, nadie en casa me dijo es malo.

—¿Qué te llamaba la atención de la cannabis?

Pensaba que iba a ser algo psicodélico, tipo ver elefantes, algo muy Trainspotting.

Y luego fumé un par de veces, pero ni en pedo más de 5 veces. Después me fui a vivir a Argentina, caché que tenía más libertades era algo que yo quería. Donde vivía tenía poco acceso y en Argentina me fui a vivir sola a Buenos Aires. Fui a la Bond Street y no podía creer que vendían moledores y heaters, parecía algo de la NASA, no podía creer que fuera algo público, eso fue increíble. Durante mi estadía en Argentina fumé, pero pasaban semanas y no fumaba. Hasta que conocí un chico que cultivaba muy bien y viajamos.

—¿Qué recuerdos tenés con aquellas primeras veces con el cannabis?

—Me gusta mucho comer y cuando fumo todo es más rico. La música es más rica, tocar guitarra es más rico, escribir es más rico, tirar es más rico, comer chocolate es más rico. Entonces la vida se hizo más rica. No consumía con regularidad, pero cuando volví a Chile empecé a consumir harto, porque el acceso era mucho más fácil y barato, la calidad era mejor y tenía hartos amigos que cultivaban. Cuando empecé a trabajar en Santiago Verde empecé a fumar en las mañanas y eso me cambió la vida a nivel salud heavy.

¿Qué representa para tu vida cotidiana ser una persona tan pública? ¿Cambió tu vida?

—Lo que más me persigue todo el tiempo es: sé responsable, sé responsable. La gente tira mucho cariño como a un nivel: ¡guau! Días atrás una chica me abrazó y fue tan brígido que pensé: “huevona, te quiero”. Sentir el cariño de la gente y que aportas algo es una wevada que nadie puede pagar ni regalar es una huevada demasiado buena que se agradece mucho.

Pero también todo ha sido muy afectado por los procesos sociales que ha vivido Chile. Paralelamente al auge que tuve pasó la revuelta y tuve que aplicar diferentes grados de seguridad. Soy muy abierta en mis posiciones políticas y eso puede generar o ha generado mensajes indeseados y cosas por el estilo que han hecho que tome ciertos resguardos en la vía pública, con lo que comunico, con quienes me comunico, en cómo me relaciono, a quienes traigo a casa. Todas las personas que cultivan se tienen que cuidarse al menos mientras siga el espacio gris de la legalidad.

Trato de ser muy cuidadosa. Me ha pasado que hay 10 personas y los pacos me revisan a mí. Yo cacho cuando me cacha la policía porque me pegan la miradita. Trato de no portar.

Foto: @tamarajis
Foto: @tamarajis

Muy Paola: "No quiero estar sin marihuana"


—¿Cómo ves el nuevo gobierno de Gabriel Boric?

—Espero que cumplan las promesas al principio de la campaña. Despenalizar absolutamente el autocultivo. Sería ideal, sabemos que Boric es simpatizante de la cannabis, al menos en el pasado lo fue. Pero las circunstancias en Chile están densas. Esperemos que sea pronto porque el nivel de criminalización que sufren las personas es absurdo. Ya no pueden existir más vulneraciones a los derechos.

Están duros acá.

—¿Es un mundo machista el cannábico?
—Creo que las mujeres en el rubro hemos hecho altos cambios para lograr nuevas dinámicas. Pero también es un proceso social súper amplio. Tengo fe que va a mejorar sobre todo con las generaciones nuevas. En el rubro es el triple de difícil, desde las negociaciones hasta como disponer de espacios. Hay gente con la que no trabajo, trabajo con puras mujeres. No me voy a exponerme a situaciones incómodas ni al equipo de trabajo, olvídalo. Si tengo que gritar y parar el carro y ser la pesada que soy, lo hago. Siempre soy la pesada, la moralista, porque pongo límites y a la gente no le gusta. Hay espacios a los que no voy.

—¿Qué tipos de espacios?

—Algunas fiestas, eventos, donde sé que va a haber un porcentaje de hombres con quienes no me voy a sentir cómoda con los temas de conversación y no estoy dispuesta. Nosotras tenemos que crear nuestros propios espacios y hacer lo nuestro. Es lo que hemos intentado hacer en Santiago Verde con las juntas. No podemos seguir esperando la aprobación. Hay que ir nomás.

¿Qué mundo cannábico te imaginas?

—Espero que en Chile esté todo regulado: medicinal, recreativo, autocultivo para asegurar la calidad de la materia vegetal y reducir riesgos. Se hace mucho hincapié en los riesgos y en satanizar al consumidor en vez de prevenir que las personas consuman cosas que hacen daño. Tampoco creo que la cannabis es la panacea, que es inocua y cura todos los males. Es ingenua esa mirada.

Me gustaría que fuera libre, es lo único que quiero. ¿De qué sirve todo lo demás si no estás tranquilo? Para mi viajar es un atado. ¿Cómo voy a viajar sin mota si me voy 10 días a un lugar? No quiero estar sin marihuana.

D
Demian Jara