Entrevista a Alicia Castilla, el activismo cannábico "no era lo que había pensado para mi"
Alicia Castilla es una referencia para quienes cultivamos cannabis al sur. Su prisión abrió la puerta, rompiendo estereotipos, y le permitió al sistema político uruguayo y a la sociedad, discutir la regulación del cannabis. Una regulación que ha mirado y mira con desconfianza. Alicia pionera en la difusión del cultivo cannábico en el Río de la Plata, viajera peregrina, fumadora incansable y divulgadora pionera que llegó a la cárcel luego de comerse una torta espacial, en un viaje casi que de ácido, desmenuza su vida y la de quienes la han rodeado en una aventura que no buscó pero le llegó: ser una cultivadora atrapada en la opinión pública y una revolucionaria con su Casa 1 entre Urano y Júpiter.
Castilla tiene varios libros dedicados a la marihuana. Además, es una activista que se vio en el ojo de la tormenta en febrero de 2011 cuando una persona denunció su cultivo y estuvo 90 días en prisión. Pensaba que iba a quedar cuatro años adentro, pero la presión popular (y política) por su caso además de sacarla de la cárcel, y con los años ganar su libertad irrestricta para cultivar y vivir ante la Suprema Corte de Justica, la catapultó como el ícono de la regulación en Uruguay. Un modelo que no la convence todavía aunque sabe que es un paso adelante.
–¿Qué estás fumando ahora?
–Automáticas que coseché en diciembre. El verano era una época de dedicarse al cultivo y no había faso. Entonces me programé para tener un verano sin preocuparme del cultivo y tener todo el año. Germiné automáticas a fines de agosto. Coseché a principios de diciembre, se curaron en un mes y a fines de diciembre estaba fumando rico y nuevo.
Está mejorando mucho la calidad de las automáticas. Dan plantas que no son tan altas como las regulares que tengo, son más fáciles de cuidar y de manipular. Porque a veces hay que correr las plantas de aquí para allí y además hay algunas variedades que desde las primeras semanas están floreciendo. Van rápido y mejoró mucho la calidad.
–¿Qué híbrido plantaste? ¿Qué estabas buscando?
–Yo busco colocón. Me gusta fumar sativa de día, me funcionan como ansiolítico. Soy hiperactiva. Mi comienzo del día es la cafeína y en seguida un porro. Establezco un equilibrio y veo qué voy a hacer durante el día. Si no tengo ese porro se me mezcla todo.
–¿Te ayuda a focalizar?
–Totalmente. Durante el día me gusta ir fumando sativa, pero hay algunas sativas que te activan la mente de una forma… Hay una planta que se llama Desfran, me da una activación que no bajo, es como si hubiese tomado merca, da taquicardia, quiero sativa pero no tanto.
Llega la noche y hay que aquietar la mente, a la noche hay que bajar y me gusta tener variedades de índicas e ir probando porque cuando te presentan las semillas te dicen: esto es 50 % de y 50% de lo otro. Pero nadie te puede garantizar eso, excepto un con un espectrómetro una vez cosechada.
–¿Hace cuánto que cultivas? ¿Cuándo fue tu primer cultivo?
–Cuando me enteré, la primer noticia que tuve de que había posibilidades de autocultivar, hace más de 20 años, me pareció un salto cuántico, en la relación de la persona y la planta. En su momento lo comparé con el cultivo de alimentos hidropónicos, me pareció una forma de independizarse. Y el autocultivo de marihuana me pareció un ejercicio de libertad remoto en aquel entonces, pero se aproximó, se difundió rápido.
Empecé a cultivar por Cultura Cannabis. Porque había dedicado un capítulo al cultivo, el libro tenía doce capítulos, uno era para el cultivo y otro era de culinaria cannábica, del cannabis medicinal, de la historia. Y las preguntas de todo el mundo eran si traía recetas para cocinar y si enseñaba a cultivar. Entonces pensé en hacer una trilogía: Cultura Cannabis, Cultivo Cannabis y Culinaria Cannabis.
Alicia Castilla: "Conseguir una producción que me liberara del dealer me llevó algunos años"
–¿Cultura Cannabis fue en 2000?
–En el 2000.
–¿Y el libro de cultivo?
–Cultura Cannabis ya tenía cuatro ediciones porque tuve que aprender a cultivar primero. Cada edición iba mejorando el capítulo de cultivo pero era lo que más demandaba la gente. El libro venía con un DVD pirata que enseñaba a cultivar. Era de un personaje en EEUU que se había puesto unas máscaras para no ser identificado y mostraba el cultivo desde la germinación a la cosecha y creo que con una Critical. Yo trabajaba para un banco de semillas que tenía la Critical, y le pregunté al dueño del banco si podía usar ese video y me dijo que si, si era pirata…
El libro se vendía en los quioscos de Buenos Aires. Cada tanto tenía que hacer una recorrida porque como quedaban mucho tiempo expuestos se deterioraban y reponía nuevos. los de cultivo los abrían y se robaban el DVD.
–¿Cuál fue la primera semilla que plantaste?
–La que había en Buenos Aires en el 2000, 2001, el paraguayo.
–Semillas con la ventaja genética de estar más adaptadas al clima que muchas otras por lo menos en esa época…
–Fantásticas. Claro… no eran feminizadas. Me acuerdo que cultivaba en mi balcón de la calle Ocampo del barrio de Recoleta. No era obviamente la cultivadora que soy hoy, fui aprendiendo. No había nada, ni grows, ni tiendas de cultivo, nada, iba a casas de jardinería. Lo más interesante del autocultivo es el ejercicio de la libertad porque bancarse al dealer…
–¿Antes del cultivo sentías que no tenías libertad?
–No, me fastidiaba la dependencia de un sujeto que te dice: vení a las seis, pasaba a las seis y no venía o avisaba tarde que no podía venir o no avisaba. Además estás exponiéndote legalmente de alguna manera, porque estás participando del narcotráfico. Yo no soy muy paranoica, pero no deja de ser un problema si te encuentran en la agenda de un dealer cómo la explicas. Nunca me pasó, pero… Además poder elegir lo que voy a fumar es genial. Conseguir una producción que me liberara del dealer me llevó algunos años. No fue fácil al principio.
–¿Cuándo estuviste en Brasil, llegaste a conocer el faso del nordeste?
–Yo viví en Natal un tiempo, le compraba a un tipo. Yo vivía en Pipa, una playa, le iba a comprar caminando por la playa, vivía en una casita, en las dunas, el tipo estaba en la hamaca paraguaya y tenía arrollados los cogollos en arpillera. Cuando ibas a comprar decía que desenrollara y eligiera. La agarraba, la miraba y me decía es tanto: te partía la cabeza, era un faso que te dejaba medio estúpido.
–¿Tendría mucho CBN?
–Probablemente, más el calor del lugar…
–A poco de llegar a Uruguay desde Argentina una persona con la que trabajabas en tu casa te denunció a la policía uruguaya… y fuiste a la cárcel con un colocón espacial.
–Antes de la denuncia esa persona me dejó tan agotada emocionalmente que me fui a Buenos Aires a estar con mi gente. Volví a los 10 días, pero dejé a una persona aquí, llegué un sábado a la noche y había estado en Buenos Aires con un amigo cultivador que me había dado 25 gramos de un faso super, él estaba noviando con una piba especialista en repostería y habían hecho una torta con el mejor faso que tenían, me dan una porción pero hacía un calor infernal, tenía otras cosas que hacer y me llevé la torta a Uruguay.
Me la traje en el barco. Eso fue el sábado a la noche, el domingo a la mañana me cae la policía. Me esperaban con un despliegue, me llevaron a la comisaría, al juzgado, con la fiscal. Yo no comía nada, había un cana que me compraba bizcochos y me tuvieron en la comisaría toda la noche con un brazo encadenado. A la mañana me trasladaron a un patrullero a una jaula en el juzgado. Me tuvieron todo el día en la amansadora y yo con agua y bizcochos y con la situación que en la puta vida me imaginé vivir. Nunca pensé que fuera un delito de prisión, pensé que me quitarían las plantas y me procesarían en libertad, pero nunca pensé estar en una jaula. A la noche me recibió la jueza y determinó mi prisión, me llevaron para mi casa un milico y una milica para que la cerrara y llevara mis cosas.
En ese momento vi la torta que había traído. Les dije: “Ay… me dio un bajón, preciso comer algo dulce”. Y me clavé la torta entera. Quedé viajando como de ácido. Estaban convencidos que había caído la versión femenina de Pablo Escobar y había un comisario lleno de galones policiales que era el director de la escuela de policía y del operativo anto drogas de verano en Uruguay. Me tenían reventada, sin dormir y el viaje me estaba pegando aquello... Le pregunté qué pasaba, por qué no nos íbamos y me dijeron que no tenían patrullero. Pregunté por qué no pedían un remisse y nos íbamos todos con aire acondicionado a la cárcel. El comisario dijo que sí, que era la solución. Yo lo dije de loca que estaba. Llamaron al remisse y nos fuimos para la cárcel de Canelones. El comisario me iba haciendo de guía turístico, pasábamos por la viña y él me contaba del desarrollo de la vitivinicultura en Uruguay. Me decía que me vaya tranquilizando que por lo mío como mínimo me esperaban cuatro años de cárcel.
–Una persona en tu situación en ese momento se podría haber comido 4 años perfectamente…
–El problema es que, primero, era un delito excarcelable. Segundo, fue por esto que gané el juicio, porque no tenían pruebas para condenarme de tráfico ni de nada. Primero me tendrían que haber investigado y después meterme en cana, pero me metieron en la cárcel por una carta que les mandó un tipo. Era la única prueba que tenían, no me soltaban porque querían encontrar la prueba de narcotráfico, hicieron búsquedas en Interpol, en Brasil, me secuestraron los documentos: pasaportes argentino y español llenos de sellos porque viajé toda la vida por trabajo.
Regulación del cannabis: "se le tiene mucho miedo al autocultivador"
–Tu caso terminó siendo un catalizador para la regulación en Uruguay…
–Fue la conjunción de Urano y Júpiter en la Casa 1. Hay un trabajo de astrología que es la revolución solar: el plan de vida que tenés según el día de tu cumpleaños. En la casa más visible, la casa uno, tenía al planeta Urano que representa todo lo revolucionario, los ideales, es un planeta que me afecta mucho. Ese año lo tenía en conjunción con Júpiter que es el planeta de la justicia, el éxito social, el respeto social, la ley, la legalidad. Cuando lo vi, me quedé pensando esa conjunción Júpiter, Urano, ambos son disruptivos y expansivos, juntos iban a ser algo explosivo, yo la entendía como benéfica. Como me estaba mudando a Uruguay pensé que en la mudanza tal vez se manifestara.
–Para Uruguay tu caso significó el inicio del proceso de la regulación. ¿Cómo lo viviste vos?
–Al principio me atropelló. Yo pensaba que me había comprado un espacio para vivir. Me había expuesto demasiado a los medios por el libro en Argentina, había tenido cámara y los periodistas no son lo mío, es desgastante. Lo hice cada vez que fue necesario porque era lo que había que hacer, pero llegó un momento que quise sombra y agua fresca. Tenía un proyecto de trabajo en Uruguay, estaba publicando el almanaque biodinámico, prefería hacer el almanaque, ya tenía la jubilación, ese era mi proyecto. No tenía ganas de conocer a nadie. Y de repente me siento en una exposición cuando Nano Folle (periodista uruguayo especializado en temas policiales) llegó a la cárcel tras una huelga de hambre de 11 días que hice.
A esa altura yo ya era amiga de la directora de la cárcel que me había dicho que haga la entrevista. Tuve que contarle mis orígenes, que crecí en una farmacia, que drogarse me pareció siempre algo que la gente hace, cómo era mi familia, qué estudié y por dónde anduve. Era como desnudarme, me daba pudor exponerse ante la cámara. Pero fue buenísimo. Tuvo un retorno impresionante y de alguna manera, me lo han dicho varios, rompí el estereotipo. Fue impresionante, los primeros años me subía un taxi y el tachero me reconocía, la gente me super respetaba, eso fue lo bueno del programa que me mostró como persona no como narcotraficante, ni drogadicta, expliqué porque fumo, expliqué todo.
En el medio se decían cada gansadas en el debate.
Pero no era lo que había pensado para mi vida. Yo no sabía quién era quién, llegaba gente del Partido Colorado (partido conservador uruguayo) querían hacerme una entrevista, mostrarse conmigo, sacarse fotos. Las únicas personas que conocía eran algunos activistas que querían usarme también, todo eso me resultaba desagradable. Pero había una parte seria que me correspondía ocupar porque a eso había llegado también empecé a darme cuenta que algunos activistas uruguayos empezaron a tener celos del protagonismo que no busqué.
También decidí no dar más entrevistas a medios uruguayos, empezaron a venir los extranjeros, había meses que cada semana tenía medios extranjeros aquí porque además venían todos con el mismo enganche: si vas a Uruguay tenés que entrevistar al presidente de izquierda que legalizó la marihuana y a la mujer que estuvo presa y está contra la ley. Entendí que había que ponerle el pecho a las balas.
–¿Cómo ves la regulación hoy?
– La veo floja, hay como una conspiranoia, un modelo que se está implementando en otros países focalizado en grandes capitales y negocios, pero se le tiene mucho miedo al autocultivador, al fumón. Todo ese sueño que los activistas tenían de tener la planta, fumar, vivir en paz: no está considerado ni en esta ni en las otras regulaciones que veo. Pero de cualquier manera es un paso adelante.