Claro que sí

Soft Secrets
19 Jan 2015

Un médico paraguayo a favor de la marihuana.


Un médico paraguayo a favor de la marihuana.

Vía Paraguay.com
Por Fátima Rodríguez

 

Agustín Barúa trabaja en salud mental y afirma que la legalización de la marihuana podría incluso ayudar a reducir el uso del crack, que hoy obedece muchas veces a la oferta del distribuidor.

Estudió medicina en la Universidad Nacional de Asunción. Cursó psiquiatría en Atención Primaria de Salud en la Habana (Cuba). Volvió en 2003 a Paraguay y trabajó nueve años desde la Universidad Nacional de Asunción en medicina y psicología comunitaria. También trabajó en la dirección de salud mental en el Ministerio de Salud.

Barúa tiene una serie de experiencias de colectivos antimanicomiales territoriales, discusión de normalidad y locura pero en contextos territoriales. Recientemente, terminó un magister en Antropología por la Universidad Católica de Asunción.

Para Agustín, cuando se discute la legalización de la marihuana hay un debate previo que debe considerar tres aspectos:

1) La legalización actual de todas las drogas mediante la plutocracia;
2) El debate sobre las libertades y
3) La construcción identitaria de "lo paraguayo".

-¿Está en contra o favor de la legalización de la marihuana?

-Veo el tema de la marihuana muy centrada en estas discusiones. En Paraguay, creo que de hecho, ya existe una legalidad cotidiana, que es la legalidad plutocrática; es decir, el que tiene plata fuma de manera legal; el que no tiene plata, vé qué hace con el aparato represivo formal e informal. A nivel local, ya hay una legalidad funcionando.

Hay un problema estructural económico muy fuerte que genera un doble rasero muy fuerte: el que tiene dinero y puede comprar la legalidad, lo hace; otro tema es el ámbito de las libertades: "Puto, comunista, marihuanero".

-¿Cómo se entiende esto de las libertades?
-En Paraguay, hay como grandes cosas que no se puede pensar: "puto", "comunista", "marihuanero". Es como una triada de lo impensable y rechazado.

Entonces con esas tres cuestiones se obturan un montón de cosas: primero, la libertad sexual, la libertad del deseo, la libertad de los vínculos y los afectos, la libertad de la forma de existencia; con "comunista" se obtura todo lo que tiene que ver con la desigualdad económica, las lógicas de distribución de la riqueza y las lógicas mafiosas que sostienen la lógica de acumulación; con "marihuanero" se da fuertemente a cuestiones que tienen que ver con nuestras relaciones con la alegría y con el placer. No son casuales estos tres rótulos.

-¿Y el aspecto identitario?

-Y hay un tercer nudo que tiene que ver con las cuestiones identitarias: "Acá no se puede". Este es un slogan tan fuerte de que "lo paraguayo" se comprende en general como "incapaz de", "impotente", "no apto". Para mí es como una construcción bestializante de los paraguayos. Es como que nosotros, reiteradamente, desde múltiples lecturas y desde múltiples experiencias, una y otra vez se legitima esa especie de impotencia identitaria. Ahí, la marihuana pone en tensión, porque justamente ya se está pudiendo.

Hay una enorme cantidad de gente que ya estamos usando marihuana en Asunción nomás y pone en jaque esa cosa homogeneizante, conservadora, tradicionalista de una cierta "paraguayidad" que se pretende como única y que subordina a las otras, que están, han estado y van a estar.

Entonces, cuando me preguntan si estoy a favor o en contra de la legalización - más allá de la discusión sobre desregularizar o despenalizar- me parece que lo interesante es discutir estas cosas que vienen muy pegadas a la marihuana. ¿Legalizar o no? Respuesta fácil: Sí...pero en este contexto.

-Si hoy es legal utilizar las drogas en las clases más pudientes, cómo se vive esta experiencia en los lugares como los bañados, donde estuviste trabajando con familias en este tema.

-Comencé ese tipo de experiencias vinculados al consumo de crack en villas de Zona Sur de Fernando de la Mora. Hicimos una experiencia con mujeres que se llamaban "Las chismosas", eran mujeres, que sus hijos y nietos estaban judicializados, acusados de robo y uso de drogas ilegales. Ahí, era recorrer el trayecto cotidiano: desde la patrullera que pasaba, la amenaza, la detención, el abuso psicológico, la llevada a la comisaría, la necesidad de la coima para que no pase a la cuestión judicial, para que no pase a la fiscalía, la fiscalía, los juzgados y las diferentes cárceles.

Ahí había todo un circuito de clase y dónde significaba que economías súper ajustadas, tenían que generar un dinero que no había o tener un dinero plus porque todo ese sistema institucional represivo amenazaba en cualquiera de esas instancias. Obviamente eso también tenía su relación con los vecinos, que muchas veces tenían una actitud enfrentada.

También había una cuestión de género muy fuerte, porque las que sostenían las familias eran las mujeres. Yo no puedo decir cómo pasa en la clase dominante de Asunción, no tengo experiencia directa. Mi experiencia es con la clase menos favorecidas.

-¿Cómo se vivían esas tensiones?
-Un ejemplo en los bañados. Las tensiones se daban cuando teníamos que ir a discutir con una persona que vendía crack en el barrio y nos decía: no hay condiciones de empleo, es mi modo de subsistencia. Y en serio, las otras opciones eran tremendamente precarias: eran construcción, pesca, reciclado, trabajo doméstico.

Es decir, niveles de esfuerzo físico tremendo, salarios precarios y condiciones de trabajo núlos. Y uno se quedaba diciendo: "¿Qué le puedo decir a esta persona? Yo no le puedo ofrecer un empleo". Y lo que quedaba era intentar un trabajo más colectivo de tinte asociasionista, pero que desde el modelo sanitario -que tiene un corte biologicista, moralmente conservador, políticamente amputado porque había una cantidad de dimensiones que no se reconocían en las Unidades de Salud- no se podía hacer.

-¿Y entonces?
-Entonces, por ejemplo nos pasó mucho al principio y que ahora volvió bastante, los problemas vinculados al uso de drogas eran expulsados del sistema sanitario territorial. Unidad de Salud de la Familia, policlínica, Capellanes del Chaco, Hospital de Barrio Obrero, no tenían condiciones para sostener la demanda en este ámbito de salud mental más que maltratar. Es decir, la atención a esta problemática queda subordinada a la buena voluntad de tal agente comunitaria o una enfermera, pero no había condiciones y hoy, no hay condiciones.

-¿Qué hay de esto de que una persona que fuma marihuana tiene como un paso hacia las otras drogas?
-Ahí, yo daría una discusión: Antes de la marihuana, ¿qué hay? ¿Quién es el pre-marihuanero?. Este sujeto específico que llega a fumar marihuana, qué condiciones uno tiene para hacer uso sano de drogas.

-¿Existe el uso sano de drogas?
-Parece una paradoja, es una categoría que habitualmente no está reconocida en el sentido común, porque se entiende que cualquier uso es un uso vicioso o patológico, incluso dentro del sistema sanitario, entre profesionales.

Entonces, yo, para usar drogas de una manera sana, necesito una serie de condiciones materiales, simbólicas, afectivas, vinculares, de sentido de vida, históricas, que muchas veces no están. Y esto no es de las clases subordinadas solamente. Algunas de estas condiciones son trans-clase.

-Entonces...
-A veces se pone mucho incapie en la puerta de entrada a las grandes drogas, y que la marihuana sería la puerta, pero lo que hay que preguntarse es si generamos condiciones para el placer y si dentro del placer, generamos condiciones para el uso sano de drogas. Entender, que hay una complejidad tremenda para que yo pueda elegir cuidarme, cuidar a la persona con la que me estoy drogando, saber parar. En general, no. Lo otro que hay es lo que le llaman, el efecto góndola.

-¿En qué consiste el "Efecto góndola"?
-Consiste en que en la oferta indiscriminada de venta, te ofrecen alprazolan, crack, ma rihuana de varias calidades, cocaína, ahí nomás hay alcohol y tabaco. Entonces, la ilegalidad es la que invita y es puerta de entrada. Porque la oferta está ahí, y el que te vende sesga la oferta porque en el caso el crack genera craving, que es la ansiedad de consumo. El craving del crack es mucho más intenso; entonces, se vende mucho más. Y como gana más el vendedor, él facilita de lo que genera más consumo en términos de mercado.

-¿ Y la marihuana?
-Hay una malignización, una satanización de la marihuana, la droga más vendida del mundo. Todo ese mundo de lo prohibido, al construir la ilegalidad, nosotros le cargamos de toda una serie de cosas: "no te lo puedo contar", "si se enteran tal cosa", "en el colegio que no se enteren, en el trabajo que no se enteren, en el facultad que no se enteren".

Lea la entrevista completa en Paraguay.com

 

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