California: marihuana legal en el corazón de la prohibición

Soft Secrets
14 Feb 2012

Miércoles 6 de noviembre del año 96. Bill Clinton era elegido presidente de EE.UU. y en California se aprobaba la Ley de Uso Compasivo que aceptó el cannabis con fines terapéuticos, reconociéndole propiedades paliativas para diferentes enfermedades y cuadros terminales.


De esa fecha histórica han pasado 15 años y la discusión está lejos de terminar. A la tensión entre pacientes y el Estado Federal, se suma un actor gravitante: los dispensarios de cannabis que están en el centro de esta disputa antiprohibicionista. Varios policías encapuchados de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA) revisan minuciosamente estantes, gavetas y estaciones de trabajo en el dispensario California's Best Meds de San Diego, decomisando lo que había adentro. La misma suerte le tocó a otros dos locales que proveen de forma legal marihuana para usos médicos. Es una imagen que se coló por los noticiarios como tantas otras.

Pero es, sin duda, una señal clara de la dura batalla que está dando el Estado norteamericano contra la utilización de marihuana con fines medicinales y su venta o distribución a través de los dispensarios. ¿Pero cómo se llegó a vender marihuana legalmente en pleno corazón de la nación prohibicionista por excelencia y que año tras año gasta millonarios recursos en perseguirla por todo el mundo? La respuesta va de la mano con la propuesta 215 o, como también se le conoce, Ley de Uso Compasivo de California, que fue promulgada por los votantes el 6 de noviembre de 1996 y que elimina sanciones delictivas por el uso personal, posesión y el cultivo de marihuana con propósito medicinal por parte de los pacientes que tienen prescripción médica.

La propuesta 215 es tan importante dentro de la lucha antiprohibicionista que, no solo sentó un precedente en el país que durante 13 años prohibió el alcohol, también logró inspirar a miles de votantes para que aprobaran leyes que permitían el uso medicinal del cannabis, dando como resultado que 16 Estados norteamericanos protejan los derechos de los que consumen con fines terapéuticos. La Ley de Uso Compasivo de California abrió el camino para que un estatuto legislativo, con el poco glamoroso nombre de SB420 y que se hizo efectiva el 1 de enero de 2004, ampliara la Propuesta 215, permitiéndoles a los pacientes formar “colectivos” o “cooperativas” de cultivadores medicinales, además de instaurar un sistema voluntario de tarjetas de identificación. La SB420 también establece pautas o límites a la cantidad de marihuana que pueden poseer y cultivar los pacientes autorizados.

Fue con la llegada de la SB420 que los dispensadores de marihuana medicinal entraron al juego no sólo como un lugar de abastecimiento de cannabis; también lo hicieron en el terreno político, donde la discusión obligó a pronunciarse al en ese entonces candidato a la presidencia Barak Obama, señalando que no perseguiría a los consumidores con fines médicos. Sin embargo, hoy el gobierno federal que lidera Obama, a través de la DEA, continúa en el tradicional carril de la prohibición, poniendo entre sus objetivos el prolongado trabajo realizado por los dispensarios californianos en apoyo a usuarios que sufren de dolencias crónicas o terminales, clausurando y persiguiéndolos más que ningún otro mandatario norteamericano en la historia. Desde la vereda contraria al gobierno federal, la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes sobre Marihuana (NORML, en inglés) ha señalado que “por mucho tiempo, el Estado federal no interfirió aunque tuviera el poder de hacerlo. En los últimos 15 años, los Estados han tenido libertad de implementar sus proyectos de ley sobre marihuana medicinal, por eso es inaceptable la ofensiva extrema que han lanzado ahora y nosotros lo llevaremos ante la corte federal porque necesitamos una respuesta política”.

Negocios son negocios Sin lugar a dudas, la marihuana medicinal en EE.UU. es muy lucrativa, aportando sólo en California la no despreciable suma de 2.000 millones de dólares anuales, según un informe elaborado en 2008 por el diario The San Francisco Chronicle. En la tierra del libre mercado y de las oportunidades, están viendo con otros ojos lo que está sucediendo en la industria del cannabis y existen parlamentarios que ya se pronuncian acerca de lo ventajoso que sería recaudar impuestos relacionados a las ganancias obtenidas de la “fiebre verde”, como ya le llaman en California al mercado de marihuana medicinal. Ha sido tan fuerte el boom económico de la marihuana medicinal que los ejemplos sorprenden: hay cerca de mil dispensarios en California y 500 mil usuarios registrados, según los datos recopilados por la organización de acceso seguro al cannabis medicinal Americans for Safe Access; desde 2010, circula a través de la televisión de Sacramento el primer comercial de marihuana medicinal pagado por el dispensario CannaCare y por sólo 3 dólares se puede descargar un aplicación para iphone que ubica sobre un mapa Google las localizaciones conocidas de colectivos de salud, médicos, clínicas y organizaciones.

Para Tony, fundador del banco de semillas español Eva Seeds y que recientemente habló con Soft Secrets de España, el mercado asociado al cultivo de marihuana está en fuerte ascenso, y no sólo en California. “Mal que les pese a algunos, los grows han colaborado mucho en la normalización de la marihuana, muchos nos han acusado de ser los mercantilistas de la hierba, pero no se qué tiene de malo ganarse la vida haciendo lo que te gusta, cumpliendo la legislación vigente, pagando impuestos y creando empleo. Está claro que nuestra industria está en alza y en estos tiempos de crisis, más que nunca el Estado tendría que cuestionarse seriamente la legalización de la hierba. Se crearían puestos de trabajos tan necesarios, cobrarían millones de euros en impuestos”, destaca Toni.

Dispensarios y cuidadores para el bien común Los centros de distribución de marihuana medicinal deben cumplir con exigentes normas, como las de funcionar sin fines de lucro o bajo el modelo de cooperativas en las que los pacientes pueden comprar sólo marihuana cultivada por otros miembros del colectivo. Aunque existe una gran cantidad de dispensarios organizados como sociedades o empresas con fines de lucro, tales acuerdos “no son aconsejables, ya que no están permitidas por ley SB420 o las directrices del Fiscal General”, señala la organización NORML.

Dosis  La SB420 establece un límite por paciente, poniendo una referencia a nivel estatal con una base de 6 plantas maduras, 12 inmaduras o media libra (2,220 gramos aprox.) de cannabis procesado al mes. Es importante señalar que en la proposición 215, no hay nada que obligue a la policía a que acepte que un paciente consuma marihuana con fines medicinales. Muchas personas que son pacientes legales han sido arrestadas por tener recomendaciones dudosas o por cultivar cantidades que la policía considera excesiva. Para evitar problemas con la justicia, surgió la iniciativa del sistema de tarjetas de identificación del Estado. Para acceder a ellas, el paciente debe acudir a un médico certificado para iniciar la terapia de la marihuana. Con la receta del doctor acreditado, el usuario de marihuana medicinal debe acudir al departamento de Salud local para obtener la tarjeta. Una vez que los pacientes tienen la tarjeta de identificación, pueden obtener el tratamiento e insumos para sus terapias en los dispensarios.

Última apuesta: California y la marihuana recreativa Aunque el gobierno federal ha insistido en el cierre de dispensarios como forma de evitar la “fuga” de marihuana medicinal para ser utilizada con fines recreativos, el debate en el Estado que inició la despenalización del cannabis continúa fuerte y saludable. Organizaciones antiprohibicionistas, pacientes que utilizan marihuana medicinal y usuarios en general, están decididos a que la despenalización sea total. En noviembre de 2011, los votantes tuvieron en sus manos la oportunidad de liberar el consumo de marihuana para usos recreativos en Califonia, lo que iba a permitir que usuarios mayores de 21 años pudieran cultivar y transportar hasta 28 gramos para uso personal.

Esto trajo consigo que el tema se discutiera extendidamente, pero aun así, el resultado de las elecciones no fue el esperado para los consumidores de cannabis, ya que el electorado decidió no liberalizar el consumo recreativo con una votación del 56% en contra. Sin embargo, el debate continúa y tantos las implicancias sociales como económicas están abriendo una brecha para que California, como lo hizo en 1996, vuelva a tomar la batuta en la lucha antiprohibicionista que se da en todo el continente americano.

Por lo pronto, solo resta mirar atentamente desde el cono sur la destacada iniciativa que llevan adelante Estados norteamericanos en la legalización del consumo de la marihuana con fines terapéuticos y desear a los ciudadanos estadounidenses que sus sueños de derrocar el prohibicionismo, anquilosado en el país de la libertades, esté resguardado en un dispensario que quizás, en un par de años, esté abierto para cualquiera que desee probar las bondades de la marihuana.

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