Los cogollos de Xochipilli, nuevo club de cannabis en México

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17 Apr 2019

Con la nueva ley a estudio del Congreso para regular el cannabis y un puñado de fallos favorables para el movimiento cannábico, los clubes de cannabis empiezan a funcionar en México. En la colonia Condesa, de ciudad de México, ya hay uno donde 450 asociados disfrutan de su mota. Se juntan a conversar, pero también plantan lo suyo y tienen un espacio seguro para fumar. Son herederos del Dios de las flores.


Xochipilli en náhuatl (una de las lenguas pre hispánicas de México) era el príncipe de las flores en la mitología de algunos pueblos originarios. También era Dios de la belleza, el maíz, el amor, el placer y la ebriedad. Ahora Xochipilli también es un club cannábico en la ciudad de México. Es el primero en tener su personería jurídica y contar con más de 400 socios. Además, tienen una lista de espera con 3.000 personas. Este grupo cannábico de cultivadores y usuarios de cannabis pretende ser un club social de cultivadores asociativos. Pero espera por el sistema político para terminar de hacer lo que sueña. Hay una ley a estudio del Congreso mexicano que prevé el autocultivo, el cannabis medicinal y también cooperativas de cannabis con miembros asociados.

Hasta que el proyecto de ley no sea norma el club ayuda en el proceso de cultivo y asesora en reducción de riesgos y daños. De mientras provee un lugar para que los usuarios fumen lo que han conseguido cosechar. El club tiene su espacio abierto para que los asociados puedan fumar de martes a domingo de 10 de la mañana a ocho de la noche en la colonia Condesa de la ciudad de México. Empezaron a trabajar en 2015 cuando el grupo fundador celebraba reuniones informativas sobre la planta y también convocaba manifestaciones para reclamar el derecho al uso y también a la asociación. Entonces, se constituyeron como sociedad civil a mediados de 2016. Crearon la Fundación Ananda donde trabajan con el cannabis como medicina y hasta hacen unas 800 consultas médicas por año en distintas actividades como ferias cannábicas. Al poco tiempo de andar fundaron el club cannábico príncipe de las flores: el Xochipilli.

Club en crecimiento

En las dos organizaciones trabaja un comité de diez personas que se ocupa del funcionamiento de estos emprendimientos que son cada vez más grandes. Por estos días están procesando unas 3.000 solicitudes para ingresar al club cannábico.

Tener el interés de tanta gente fue posible porque los Xochipilli, además son activistas y animaron plazas y organizaron eventos para contar lo que querían hacer. Ese entusiasmo, sumado al boca a boca, más el movimiento en las redes sociales los hizo crecer hasta conseguir una cantidad de socios tales que les permitió rentar un oficina. Allí dan asistencia legal a los cultivadores que se agruparon bajo su paraguas. Que también les hace de soporte legal con un equipo de abogados convencidos que su trabajo es perfectamente legal.

El club ya tiene 450 socios que pagan una cuota anual de 2.000 pesos mexicanos (100 dólares estadounidenses) y accedieron a su credencial del club. Para registrarse en el club deben llenar un formulario, presentar su copia de identificación, acta de nacimiento y algún papel más. Esos papeles pasan por un notario público que certifica que esa persona pertenece a la asociación. Los socios tienen que ser mayores de edad y haber consumido cannabis antes de solicitar el ingreso. “No incitamos a nadie a fumar, solo hacemos proyectos de disminución de riesgos y daños con quienes fuman. Lo que buscamos es que la gente que fuma tenga acceso seguro, que no sea estigmatizada y aprenda de la planta. El club lo integran personas de 18 a 70 años y gente que viene por otras plantas medicinales. La verdad que es un ambiente muy sano, muy padre. Es gente de todo tipo de edades de todo tipo de profesiones que une la planta. Conviven y comparten experiencias sin ser juzgados ni estigmatizados. La verdad que se ha creado un ambiente bastante agradable”, dice Jaciel Espinosa, presidente y fundador del club, de 33 años.

Esperando la Suprema

Para que comience a funcionar la membresía, el socio accede a que los abogados tramiten una solicitud de autocultivo a través de un amparo judicial. Ese derecho lo debe otorgar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Hay varias solicitudes de particulares y de otros clubes mexicanos. Al momento, la SCJN solo aprobó un puñado. Pero el equipo legal del club entiende que los cultivadores tienen el derecho de hacerlo en colectivo porque con los fallos anteriores la SCJN sentó jurisprudencia. “A nosotros no nos otorgaron los fallos, pero nos favorece que existan los criterios emitidos por la SCJN porque son criterios que usamos a nuestro favor en los trámites”, explica el presidente de Xochipilli a Soft Secrets América Latina. Los socios, o sus familiares, también acceden a consultas y tratamientos con especialistas en salud que emplean los beneficios de los fitocannabinoides, sobre todo con el CBD que es el cannabinoide que más usan. De hecho, por ahora, lo importan de República Checa. Pero tienen ganas de hacerlo ellos mismos.

Un Dios con todo

La asociación tiene espacios para relajarse y estar tranquilos fumando los cinco gramos de consumo inmediato que permite portar la ley en México. Allí hay libros, Xbox y siempre una charla dispuesta en cada mesa. Es un espacio seguro para usar cannabis sin ser perseguido por la policía o estigmatizado en la calle. Además, se juntan personas de distintas edades para compartir la mota, las risas y las experiencias. El club tiene asociados que llaman “de número” que buscan protección y el espacio para fumar que no participan de la toma de decisiones de la organización. Para eso existen los miembros honorarios que, por su calidad o aportaciones especiales para la fundación o conocimientos, se les otorga esa clasificación. Ellos son asesores de la fundación y también trabajan los socios fundadores que empezaron con el proyecto. Los socios del comité toman las decisiones y las comunican. Su modelo es primo de los clubes que vienen funcionando en las comunidades autonómicas del reino español, sobre todo son herederos de las catalanas.

Ley nueva, vida nueva

En México parece haber consenso para regular al cannabis. El proyecto de ley a estudio de la Asamblea de congresistas tiene la aprobación de Andrés López Obrador, el nuevo presidente. Mientras no hay ley, los activistas del club Xochipilli cultivan unas 20 plantas por socio de forma asociativa. En el esquema, el autocultivo de sus socios es el pilar del club. “No hacemos nada ilegal. Tenemos varios abogados trabajando con nosotros. En estos casi cuatro años de funcionamiento nunca hemos tenido enfrentamientos. Participamos de foros y congresos. También en el Congreso Legislativo como expositores y asesorando a legisladores. Somos una figura muy conocida. No queremos violar la ley. La respetamos. Solo queremos cambiarla”, dice Jaciel Espinosa que parece tener más fuerza que nunca para enfrentar el nuevo reto de poner a funcionar un club con todas las de la ley.

Cáñamo industrial en la mira

Los activistas de Xochipilli pasaron del mero reclamo a la organización y de ahí a la acción. Entre sus planes para el futuro inmediato está la plantación de cáñamo industrial. En este momento desarrollan un protocolo de investigación para encontrar las variedades adecuadas al clima y los usos proyectados. Lo están haciendo con la empresa Hemp Solution de Praga y con la Universidad Chapingo, una de las más destacadas de México en materia agraria y también con el Colegio de Posgrados de Montecillo. Ahora elaboran el protocolo para que la plantación sea aprobada por las autoridades sanitarias mexicanas y así comenzar con la investigación de las variedades adecuadas a los requerimientos específicos del grupo de trabajo.

Una buena ley

“La ley que está a estudio del Congreso en general es una muy buena propuesta. Es la más completa que hubo hasta ahora y estamos trabajando de la mano con un equipo de cabilderos que está bastante nutrido de diputados para que sea aprobada”, señaló el presidente de Xochipilli, Jaciel Espinosa para Soft Secrets a la salida de un encuentro en la Cámara de Diputados.

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