Aceite solidario

Soft Secrets
11 Mar 2016

La gente cannábica sabe de cruzar fronteras. Esta vez la agrupación argentina Cogollos del Oeste comparte su conocimiento con un padre de Ecuador y su hijo epiléptico, bajo el seguimiento de un equipo médico. Los resultados del uso de aceite de marihuana son geniales. 


La gente cannábica sabe de cruzar fronteras. Esta vez la agrupación argentina Cogollos del Oeste comparte su conocimiento con un padre de Ecuador y su hijo epiléptico, bajo el seguimiento de un equipo médico. Los resultados del uso de aceite de marihuana son geniales. 

La gente cannábica sabe de cruzar fronteras. Esta vez la agrupación argentina Cogollos del Oeste comparte su conocimiento con un padre de Ecuador y su hijo epiléptico, bajo el seguimiento de un equipo médico. Los resultados del uso de aceite de marihuana son geniales. 

En una casita del conurbano bonaerense se hospeda una familia ecuatoriana que nos visita un par de veces al año. Pero, lamentablemente, no lo hace por vacaciones ni ocio.

El motivo es su hijo, José Gabriel, quien padece epilepsia refractaria y que, con mucho esfuerzo de su mamá, papá, abuelos, y allegados, recibe un tratamiento con cannabis medicinal en Argentina. A pesar de no haber un contexto legal que apruebe ninguna terapia de las mencionadas. En Argentina encontraron el aceite para mantener un tratamiento regular y seguro, además del amparo de un médico de primera como el Dr. Roberto H. Caraballo, que es el actual encargado del área de neurología en el emblemático Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”.

Todo comenzó cuando un pediatra en Ecuador le comentó a Mario, el padre de José Gabriel, que había oído casos de epilepsia refractaria tratados con cannabis. Fue entonces cuando a través de primos y contactos en Estados Unidos consiguió aceite de cannabis del sitio Charllote’s Web.

“El médico en Ecuador dijo que comencemos con una gota diaria. A la semana nos tocó venir para Argentina y el Dr. Caraballo recomendó subir la dosis a 10 gotas. Al otro día durmió muchas horas. Me asusté. Pero después de un tiempo comenzamos a notar otros cambios positivos con ese aceitito marca Amazon”, explicó Mario.

El segundo aceite que utilizaron fue el de Jorge, de ACHECA (Asociación Chabuquense de Estudios y Culturas Alternativas). Tres frasquitos viajaron a Ecuador a los pocos días. Pero la logística requerida para mantener el tratamiento era muy grande. “Un par de ocasiones me quedé sin aceite y compré en Ecuador a un tipo muy abusivo de Quito que nos dio un aceite mal hecho. Era casi alcohol puro”, se lamenta el padre del niño.

José Gabriel llegó tomar más de cinco medicamentos en simultáneo, además de probar otras terapias alternativas sin resultado como las dietas cetogénicas. Luego de dos años de tratamiento cannábico y muchísimos estudios, el Dr. Caraballo en coordinación con el médico de cabecera en Ecuador, decidieron sostener solo Keppra, Valcote y cannabis.

Otro dato interesante es que la dosis de estas últimas drogas no varió en ningún momento. Para los médicos esto confirmó el beneficio real que significa para José Gabriel el cannabis. Estuvo dos años sin aumentar fármacos ni sus dosis hasta la supresión total de convulsiones diurnas.

“Una cosa es la que uno puede pensar como padre, pero está constatado clínicamente que él bajó las convulsiones a partir del tercer mes de tratamiento. Después del cuarto mes, en forma progresiva, las convulsiones del día se redujeron a cero. Sin embargo de noche sigue padeciendo un ataque cuando alcanza el sueño profundo, y otro cuando despierta”.

Hasta el Dr. Caraballo se sorprendió de la mejoría y llegó a comparar el estado actual de José Gabriel con el de un niño cualquiera. Mario afirma que las palabras textuales del médico fueron: “Es el primer caso que tengo de un cambio tan profundo fruto del uso de cannabis. Quizá otros padres lo intentaron pero desistieron por lo difícil que les resultaba mantener el tratamiento. Yo voy a comentar éste caso en el hospital, y me van a escuchar”.

Hoy José Gabriel está mucho más conectado con su entorno y responde a su manera, a todo lo que observa. “A diferencia de lo que muchos creen, mientras mantenemos la dosis estable no le da sueño. El otro día fuimos a Chacabuco y regresamos a las 12 de la noche. Nos acompañó mi tía de 73 años que fue y volvió durmiendo, mientras que José Gabriel disfrutó del paisaje de las rutas bonaerenses”. También mejoró su apetito. Le gusta el arroz, la carne, y el atún (el mejor del mundo es ecuatoriano) pero su comida favorita es la pasta.

Hasta ahora Mario no observó ningún efecto contraproducente. “Al principio dormía mucho y hasta padecía más ataques, entonces, tener el compromiso de quien prepara el aceite para asesorarnos fue de gran ayuda”. El acompañamiento permanente de Jorge, es clave, es uno de los guías de la familia.

Mario junto a los médicos solidarios llegaron a la conclusión de que si se hubiese iniciado el tratamiento dos años antes, José Gabriel podría estar caminando “Si saco a mi hijo de esa silla de ruedas voy a sentir que ocurrió un milagro”, espera.

En Cogollos del Oeste estamos seguros que el testimonio de la familia de éste pequeño héroe le dará fuerza a muchos otros padres que pasan por lo mismo. Es un hecho que revindica por sí solo lo legítimo del cambio en políticas de drogas que es la tendencia en América Latina. La premisa a la se refiere el Dr. Marcelo Morante es absoluta: “el cannabis está condenado al éxito porque es una medicina promovida por los pacientes y no por los médicos. La actitud de una madre que pide aceite para su hija con convulsiones, es totalmente natural”. 

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