Zaconha: un policía de la planta en Río de Janeiro

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14 Oct 2014

De apellido Zaccone, es jefe de un destacamento de la Policía en la Zona Norte de Río de Janeiro. En la comisaría bromean con su apodo, Zaconha. Una mezcla de su apellido con maconha, la forma como llaman al porro los brasileros. Pero él no fuma porros, ni consume drogas. Está a favor de la legalización, porque solo criminaliza chicos de la favela al por mayor. Porque el mercado ilegal siempre tiene lo peor esperándote y porque la guerra contra las drogas es hipócrita. Dice que es una forma de controlar a la población sin que nadie se dé cuenta.


Zaconha: un policía por la legalización de la marihuana

Zaconha cuenta su historia para Soft Secrets. En noviembre de 2013 fue interceptado un helicóptero con 455 kilos de cocaína en el estado de Espírito Santo, en la región sureste de Brasil. El avión pertenecía al diputado estatal Gustavo Perrella. Hijo del senador Zeze Perrella, ex presidente del Cruzeiro, un famoso equipo de fútbol de Brasil. Los Perrella son aliados históricos de Aecio Neves, actual candidato a la presidencia por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña. Quizás por eso la justicia condenó al piloto de la aeronave a unos meses de prisión. En abril de este año recuperó su libertad. 

Mientras tanto, el líder de la primera iglesia rastafari en Brasil, Ras Geraldinho, está encarcelado desde septiembre de 2012, cuando fue detenido con algo más de 30 plantas de marihuana que cultivaba para uso religioso, algo que la Constitución Federal permite, en teoría. Geraldo fue acusado de tráfico de drogas y le dieron una condena de 14 años de cárcel. Incluso los testigos que presentó en su defensa fueron denunciados como criminales por el mismo juez y ahora están en espera de juicio.

Los casos anteriores ilustran la controversia que rodea a la política de drogas en Brasil, donde la aplicación de la ley está sujeta a muchos intereses y diversas formas de corrupción. Como ocurre en los países latinoamericanos, cada uno con sus particularidades.

Zaconha: un policía pragmático

“La guerra contra las drogas es una cruzada moral irracional. Mueren más personas por la prohibición que por el uso de cualquiera de estas sustancias prohibidas. Además, nadie hace la guerra para proteger la vida”, reflexiona Orlando Zaccone, jefe de la 30ª Delegación de Policía de Marechal Hermes, un barrio en Río. Este policía también es secretario general de la organización social LEAP, la Aplicación de la Ley Contra la Prohibición por sus siglas en castellano. En América del Sur, Brasil es la única representación de la organización anti-prohibicionista estadounidense, presente en más de 70 países. 

Licenciado en periodismo y derecho, Zaccone es el jefe de la comisaría desde 1999. Su rutina policial le hizo cuestionarse la lógica de los procesos de criminalización, especialmente en relación con el tráfico de drogas, uno de los delitos más habituales en el país. En 2008, inició el proyecto LEAP en Brasil con la jueza María Lucía Karam. Formalizada en 2012, la organización se dedica a la difusión de información que pueda ayudar a reducir el daño de la guerra contra las drogas. 

Zaccone se aleja de todos los estereotipos que su función podría sugerir. Cree y milita por la desmilitarización de la policía y en la legalización de todas las drogas. Adepto al movimiento Hare Krishna, se declara abstemio de cualquier droga, incluyendo el alcohol, desde hace 18 años. 

No es casualidad que sea una de las principales voces antiprohibicionistas que hacen eco en todo Brasil. En conversación con Soft Secrets, el policía más legal de Brasil nos habló de los impactos y las posibles soluciones a la guerra contra las drogas en el país más grande de América del Sur. 

Entrevista a Zaconha, el policía que piensa por sí mismo

Soft Secrets - Para la mayoría de la gente es impensable que un oficial de policía esté a favor de la legalización de las drogas, ya que el papel de la policía es reprimir al usuario o al distribuidor. ¿Cómo lidiar con esta contradicción?

Zaconha - La mayoría de la gente tiende a pensar que es siempre el usuario quien aboga por la legalización. No es coincidencia que mi sobrenombre en la policía sea “Zaconha”. Esto es parte de la respuesta generada por una cultura que siempre ha tratado el tema de las drogas exclusivamente desde los efectos de las sustancias en el cuerpo. Algunas personas no entienden que alguien que no usa drogas milite por su legalización sin ningún interés personal. El mayor problema es creer que la punición es la única manera de control, y eso solo se logrará a través de la legalización.

- Esta legalización plena es criticada generalmente por su relación con las drogas más dañinas como el crack.

- Con la regulación del mercado, la tendencia es que las drogas más impuras desaparecen ya que habrá disponibilidad y control de los principios activos. Es más o menos como los cigarrillos y el alcohol, para los cuales hay toda una legislación sobre venta, consumo y publicidad. Incluso hoy en día hay cigarrillos y bebidas falsificados e ilegales. Pero, quién en su sano juicio opta por ellos si existe un mercado de acceso con calidad innegablemente superior. Además, el alcohol y los cigarrillos traen enormes daños para la salud pública. ¿Quién se atrevería a prohibirlos?

- ¿Cuál es la importancia del tráfico de drogas en la población carcelaria? 

- Actualmente el tráfico de drogas es el segundo crimen por el que más se encarcela, perdiendo apenitas por el robo. El tráfico es el crimen por el que alguien está mayor tiempo encarcelado. En Brasil eso es un factor importante para el hacinamiento en las cárceles. Hay más de 500 mil personas encarceladas en todo el país. Eso es el resultado de una ley injusta que despenalizó la conducta del usuario, mientras aumentó la pena para los comerciantes. Si hay gente que quiere consumir, siempre habrá quien esté dispuesto a proporcionar. La ley es, por lo menos, ingrata e hipócrita, pena la venta con condenas prolongadas (de 5 a 15 años de prisión) y autoriza el consumo. 

- ¿Así se criminalizan personas pobres y nunca se atrapa a los grandes traficantes?

- Traficante es quien se identifica como traficante de drogas. Los criminalizados son minoristas y rara vez los productores. Basta recordar el caso del helicóptero con casi media tonelada de cocaína que fue tapado. Este es el tema que discuto en el libro “Los accionistas de la Nada”, la selectividad penal. Los principales clientes del sistema punitivo son los pequeños distribuidores. Sabemos que las drogas mueven una gran economía y que los grandes flujos de capital de las drogas ilícitas van directo al sistema financiero. 

Entonces, el proceso de criminalización ocurre donde hay menos lucro, es contra el minorista. Son los pobres que venden al menudeo, que viven en las favelas, en la periferia. El traficante rico casi siempre recibe tratamiento diferenciado, penas alternativas, ventajas. Es decir, la prohibición genera mucha injusticia en todas partes, incluso cuando se trata de poner en práctica una supuesta justicia. Las mujeres detenidas por tráfico por lo general no están vinculadas a ninguna organización criminal. Por el contrario, se las llama “criminales del amor”, porque en su mayoría tratan de entrar drogas a la prisión donde están sus compañeros. 

-¿Cuál es el papel de LEAP en Brasil Zaconha? ¿Qué acciones desarrolla?

- La obra más importante de LEAP es comunicar la necesidad de legalizar la producción, el comercio y el consumo de todas las drogas. Somos más de 100 miembros en Brasil, incluyendo policías, jueces y guardias de prisión. Conocemos muy bien los prejuicios de la prohibición y sabemos que la guerra de las drogas es mucho más perjudicial que el uso de cualquier sustancia. El hecho de que seamos operadores en Derecho facilita la recepción de nuestros oradores en entornos como escuelas, iglesias, negocios, entre la policía y las corporaciones militares. Creemos que no sirve de nada simplemente legalizar alguna droga, porque de esa manera aún vivirá la prohibición. Regular solo el consumo tampoco resuelve el problema, ya que el mercado sigue entregado a la desregulación que genera corrupción, violencia y otros problemas asociados con el tráfico.

- ¿Zaconha considera que Brasil estaría listo para un proyecto de ley similar a la legislación que fue adoptada por Uruguay? 

- Sí. Pero al final no existe eso de “estar preparado”. Usted se prepara, así como Uruguay se viene preparando desde que hubo voluntad política de hacerlo, como ocurrió en Estados Unidos. Brasil tiene todas las condiciones para promover una experiencia con la legalización. Al contrario de lo que dicen quienes defienden la guerra contra las drogas. Que por lo general, hablan de las fallas del sistema de salud pública como justificación para la prohibición, como si todo el consumo fuera problemático. No existe evidencia confiable de que la legalización aumente el consumo de drogas. Por el contrario, una investigación del Hospital de Rhode Island publicada este año en el Journal of Adolescent Health sugiere todo lo contrario. El consumo aumentó precisamente en los estados donde no está legalizada la marihuana. Es casi una locura insistir en algo que no funciona. Sabemos por experiencia histórica que todas las sustancias prohibidas tuvieron su “boom” en el mercado después de ser prohibidas. 

-¿Zaconha las drogas matan o la guerra mata? ¿El tráfico lleva a prisión o se encierra a la gente que usa drogas? ¿Cuál es el problema?

-Por encima de todo, el mayor problema en Brasil es la pobreza. El crack se quedó en el territorio porque es una droga barata, y por eso es tan perjudicial. El prohibicionismo siempre tiene la peor droga posible disponible en el mercado. Solamente en las ciudades de San Paulo y Río de Janeiro se mató más gente que en los países donde existe pena de muerte. Son muertes que ocurren durante los operativos policiales, la policía legitima su acción atribuyendo al muerto la condición de traficante. Es una guerra cruel e injusta, promovida y patrocinada por el estado brasileño. Es claro que hay muchos intereses detrás de todo. Al final de cuentas, si legalizan las drogas no habría ninguna justificación para la ocupación militar en las favelas de Río de Janeiro. En cierto modo, la guerra contra las drogas es una estructura de poder político para gestionar el entorno social de una manera oculta, sin que la gente se dé cuenta.

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