Paraguay: en las plantaciones más grandes de cannabis de América del Sur
Las plantaciones de cannabis más grandes están en Paraguay
El ciclo del crecimiento y desarrollo de marihuana en Paraguay es maravilloso, sus plantaciones son gigantes. Son el principal exportador de cannabis de América del Sur. Pero el secado y su almacenamiento es muy malo.
Por Alpargata Haze Fotos: Matías Maxx Paraguay es el país que abastece de cannabis prensado a Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y desde hace no tanto a Bolivia. Incluso las policías del mundo han encontrado hachís paraguayo en varias aduanas. La marihuana paraguaya es un producto de exportación no tradicional para el país sudamericano. Después de la soja y las carnes de calidad que exporta el país, la marihuana se cuela en los camiones, avionetas, buses y barcos que salen del corazón de América del Sur para abastecer una porción nada despreciable de lo que la policía llama microtráfico. Es decir, redes en cada ciudad, en cada pueblo que abastecen a los usuarios de este cannabis. Aunque el autocultivo en todo el Conosur ha crecido mucho, poniendo un freno claro al prensado paraguayo, su distribución sigue como si nada, sobre todo entre aquellos que no les importa lo que fuman o los residentes de las periferias donde es mucho más fácil obtener cannabis paraguayo.
Paraguay plantaciones cannabis: ¿cómo comenzaron?
Las plantaciones extensivas de la marihuana nacieron a finales de los 60 en Paraguay. Hay muchos mitos sobre cómo se iniciaron las plantaciones. Lo cierto es que a partir del año 2000 los campesinos que ocultaban las plantas ante toda mirada empezaron a cultivar con menos reparos porque el avance del cultivo fue tan grande que terminó cooptando familias campesinas asfixiadas por un modelo económico no solo excluyente sino absolutamente injusto. Los campesinos del cannabis paraguayo son buenos cultivadores. Tienen matas de todos los tamaños. Hace cinco o seis años comenzaron a plantar variedades, presumiblemente automáticas, que les permiten obtener tres cosechas anuales. Cuidan mucho el cultivo. Es un trabajo, por lo general familiar, porque la agricultura en Paraguay es una tarea familiar en la que participa todo el núcleo del hogar. Las semillas las consiguen de cada cosecha. Las flores son tamizadas en una zaranda donde además de obtener las semillas por polinización cruzada durante la floración, obtienen hachís.
Siembra en Paraguay, el mayor productor de cannabis del sur
La siembra se hace cuando hay luna llena, luego de una lluvia. Con un palo se hace un agujerito en la tierra y ahí va a parar la semilla. Cultivan directamente en tierra. Es tal la cantidad de semillas que pueden recolectar que poco importa que una buena parte de ellas no alcance a formar un plantín. Hay varios tipos de cultivos. Unos más pequeños que suelen estar cerca de las casas campesinas. Otros más grandes que los campesinos hacen en zonas más alejadas de su casa. Y los terceros, los más grandes son los que hacen directamente los grupos más grandes. Narcotraficantes de peso. Sobre todo brasileros, pero también grupos paraguayos que parecen ser el nexo con países como Chile, Uruguay o Argentina. Los brasileros batallaron a puro tiro y asesinato a finales de los 90 con los capos mafiosos de la frontera paraguaya. Y ganaron la batalla. Pero parece relativamente claro que la mafia paraguaya que alimenta un sistema político corrupto es fuerte y tiene una parte relevante de la producción a sus pies.
Cosecha en Paraguay: las plantaciones de cannabis que más rinden
Cuando las plantas están prontas para la cosecha los cannabicultores tiran toda la producción al sol, en nailones negros que las “protegen” de la humedad del piso. Pero como es sabido el THC y la mayoría de los cannabinoides se degradan con el sol. Este es uno de los asuntos por los que el cannabis paraguayo es suavecito: sus principios activos se los llevó el potente sol rojo paraguayo. Una vez que las flores quedan secas al sol, un proceso que hacen en un solo día de secado, las flores van a la zaranda donde separan las semillas y ya van sacando el hachís de sus dedos y de la malla de la zaranda. Sacados los tallos mayores y algunos de los menores las flores se trasladan a la prensa. Hay algunas hidráulicas y otras armadas artesanalmente.
Todas aplastan la materia verde para conseguir unos ladrillos de cannabis prensado que se hacen a medida del comprador. Por ejemplo, si van a viajar en avión se prensan de una manera distinta que si viajan en la chata de un camión de transporte internacional. El quilo de un productor que tiene prensa cuesta de cuatro a seis dólares. Saque cuentas de todo el dinero que queda en corrupción en el medio de aduanas, policías, funcionarios públicos corrompidos, empresas de transporte, personas que estoquean y todos los etcéteras. Por supuesto que no hay proceso de secado correcto y tampoco de almacenamiento.
El cannabis en el mejor de los casos viaja rápido, pero a veces también queda días o meses guardado entre nailones sudando la potente humedad paraguaya. Más allá de la rudimentaria técnica de cultivo, los paraguayos saben plantar. Pero le erran al momento de secar y guardar. Claro que nos les importa, su negocio no es la calidad sino la cantidad. Y de eso saben porque la enormísima mayoría de sus consumidores están en Brasil, un país con poco autocultivo y mucha demanda. Si los paraguayos estoquearan y secaran mejor podrían ser una potencia internacional del cannabis. Pero las estructuras criminales que sostiene el cultivo nunca lo entenderán y si lo entienden no les importa. Así funciona la prohibición: explotación del campesinado, corrupción y un producto final que podría ser mucho mejor.