Holanda, una regulación con patio trasero
Hay países que tienen claro el fracaso de las políticas prohibicionistas desde hace mucho tiempo. Desde temprano Holanda habilitó los coffee shops.
En 1976 habilitó bares, más bien dispensarios donde no se puede vender alcohol. Allí se puede comprar marihuana para fumar en el lugar o llevar al hogar. Los usuarios pueden comprar hasta cinco gramos diarios. Y solo los adultos pueden entrar y hacer lo suyo. Los coffee shops pueden vender hasta 500 gramos por día y no pueden ofrecer otras drogas. Además deben evitar molestias en el barrio.
Este modelo permitió alejar a los usuarios de drogas duras del mercado. El uso de heroína y morfina decreció sostenidamente desde entonces. La evidencia demuestra que la regulación de este mercado debilitó la puerta de entrada a drogas más duras. Entre 1997 y 2005 los usuarios que consumieron cannabis al menos una vez al año bajaron de 14.3% a 11.4%. En el mismo período países como Alemania, Italia o Suecia, donde el consumo se tolera pero el acceso es ilegal aumentaron sus tasas de consumo. El punto débil de la regulación del cannabis en Holanda es la llamada puerta trasera.
Los coffee shops se abastecen del cannabis del mercado negro. Todavía las autoriades no han implmentado un sistema transparente de acceso a la marihuana. Aunque ha sido promesa de campañas políticas es algo que todavía no llega. Con la regulación Holanda ha podido desarrollar una magnífica industria del cannabis. El país es la cuna de prestigiosos bancos de semillas, empresas de fertilizantes y desarrollo de la tecnología del cannabis. Si todavía no conocen Holanda y son amantes del cannabis les recomendamos hacerlo. Tomen el próximo avión. Es una experiencia inolvidable para los sentidos. las cartas de marihuana de los coffee shops son magníficas. Hay todo tipo de variedades. Además, son cultivadas con muy buen gusto y son muy potentes.