Cannabis medicinal en la tercera edad: autonomía y protagonismo

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01 Aug 2019

Tata Cultiva: “más vida para los años que nos quedan” En Santiago de Chile ya se vio la primera asociación de pacientes que usan cannabis de la tercera edad. Tata Cultiva salió a la luz. Pero no es la única organización de cultivadores de la tercera edad. Los médicos que los tratan solo ven beneficios. Buenos humos, abuelos.


La relación cada vez más estrecha entre cannabis medicinal y tercera edad, viene siendo una marea que poco a poco va subiendo. Y avanza como suele imponerse el cannabis: de abajo hacia arriba. En la versión 2019 de la Marcha Cultiva Tus Derechos, que congrega a la comunidad cannábica chilena cada año, llamó la atención la presencia y el protagonismo de Pedro Neira. Él es un adulto mayor, jubilado de la administración pública, quien se subió al escenario central de la marcha para compartir su inquietud. 

El abuelo que planta

En su discurso, breve pero muy intenso, Pedro (“el Tata Cultiva”), destacó los beneficios que ha traído para su esposa el uso del aceite de cannabis. “Las personas mayores no podemos esperar indefinidamente que gobiernos y autoridades de salud vengan a auxiliarnos”, dice. Pedro Neira de 77 años es cultivador de cannabis. Y representa al tipo de personas socialmente inquietas durante toda su vida. Aunque mayor, está lejos de descansar, quiere dar lucha. Por eso, además de ser parte de la Asociación Red Pensante de Profesionales Seniors, fundó junto a otras personas, la Fundación “Cultiva Salud”. Y como parte de ella, el club cannábico “Tata Cultiva”. Con las organizaciones, busca expandir el alcance benéfico de la planta mediante la promoción del autocultivo. Estas iniciativas colectivas asumen la promoción de la medicina cannábica como parte central de su existencia. Actualmente, tanto “Cultiva Salud” como “Tata Cultiva” funcionan en Santiago, pero están tejiendo sus redes con organizaciones de otras ciudades de Chile.   Lejos de esperar que su mejora en la calidad de vida tenga un sello asistencialista, Pedro Neira está activo. Y claro en que se necesita la “democratización del uso y acceso al cannabis medicinal”. Tata Cultiva, (la persona y la organización), reclaman protagonismo y autonomía. Por eso, parte de su relato, pasa por el alegato convincente a favor de la pronta aprobación de la Ley Cultivo Seguro que le otorga carácter probatorio de cultivo lícito a la receta médica que disponga el uso del cannabis. Y esto lo hace, porque “el dolor no puede esperar, ni los enfermos tampoco. Exigimos seguridad legal que proteja el cultivo seguro de cannabis medicinal”, explica.

Las comunidades instalan el tema

La experiencia de Tata Cultiva no es aislada. Es frecuente encontrar cada vez más casos de personas que, por propia iniciativa, se acercan al uso medicinal de cannabis. Un ejemplo vivo de esto es lo que está sucediendo en la comuna de Macul. Pilar Olivares, kinesióloga de la Corporación de Salud del municipio, es parte de un proceso donde un grupo de liderezas y líderes de la tercera edad, reciben capacitación en salud cannábica de parte de Fundación Daya, con cursos y talleres.   Pilar detectó que los adultos mayores de Macul no estaban encontrando alivio en la farmacología habitual, y que esas personas, buscando alivio, estaban probando cannabis por cuenta propia. Inconformes con los resultados del uso del opiáceos sintéticos como Tramadol, Celebra y otros fármacos, se dio cuenta que era frecuente el uso de tecitos de marihuana y otras presentaciones entre los abuelos.   Esta experiencia, si bien lograba efectos benéficos, en realidad podría ser mucho más efectiva si el cultivo, preparación y administración de sus medicinas cannábicas se hiciera bajo orientación profesional. De ahí que el trabajo conjunto de Fundación Daya con la Municipalidad de Macul busque encauzar esta necesidad. Pilar Olivares tiene claridad respecto a la necesidad que los adultos mayores tengan la posibilidad de acceder al cannabis por distintas vías en su comuna. “Imagino hacer cultivos propios en Macul, que haya acceso en los consultorios, que existan terapeutas y doctores familiarizados con esta alternativa”, explica. Junto con eso también imagina que se puedan prescribir fitofármacos accesibles para quienes no pueden cultivar, de modo que se asegure su acceso a quienes lo requieran. “Que sea una forma más de intervenir en los pacientes”, nos declara. La comunidad de Macul ha participado en dos charlas introductorias al cannabis medicinal, incluyendo un taller de cultivo de la especie, donde los cultivadores de la tercera edad pudieron resolver todas sus dudas con personas expertas en el tema. Los abuelos de la comuna de Macul se mostraron muy esperanzados con la propuesta y expectantes de los beneficios posibles. La comunidad misma está marcando el ritmo acelerado del avance del cannabis medicinal en sus propias vidas y comunidad. Los profesionales de salud van detrás de esta inquietud, poniéndose al día en el camino que la tercera edad ya está andando por su cuenta, dando testimonio de autonomía e independencia. 

Experiencia clínica: visión médica

El neurólogo Jorge Harán de Fundación Daya cuenta con una importante experiencia tratando dolencias propias de la adultez mayor. Muchos de sus pacientes pertenecen a ese rango de edad. Él identifica las áreas donde el cannabis muestra sus efectos beneficiosos para la tercera edad. “Enfermedades degenerativas, como Parkinson o Alzheimer, son las que más veo en mi consulta. En el Parkinson el principal beneficio se ve en los síntomas un poco rebeldes al tratamiento convencional y que encuentran mejoría a través del cannabis”, señala.   Manifestaciones como el temblor, disminuyen con esta terapia. Además hay otros padecimientos, que si bien no son propios de la enfermedad están asociados a ella, como los trastornos del sueño, dolor crónico o dolor lumbar. Así mismo, el doctor Harán señala que con cannabis hay un mejoramiento general de la calidad de vida en pacientes de Alzheimer. Por ejemplo, en la calidad del sueño, la baja en la agresividad o el apetito. Y esta mejora no es sólo referida al paciente, sino que también a sus cuidadores. Ya que el alivio del enfermo aligera también las tareas de cuidados de quien está a su cargo.   En ciertos círculos de la medicina industrial y el prohibicionismo se ha intentado relacionar al cannabis con un supuesto aumento en caídas de adultos mayores. Desde su experiencia con decenas de pacientes, Jorge Harán, no identifica que esto sea real. Se puede hablar de un síndrome de caídas frecuentes, que están más bien asociadas a enfermedades y condiciones propias de la edad. Harán puntualiza que “las dosis utilizadas en tratamientos de cannabis son muy pequeñas, por lo que es difícil poder atribuir a ellas un supuesto aumento en las caídas. Por lo menos en mis pacientes no he tenido un solo reporte de este fenómeno”, sostiene.   Por otro lado, el médico cirujano Diego Cruz, también de Fundación Daya, coincidiendo con Jorge Harán, destaca que el uso en la tercera edad (junto con pacientes pediátricos) es de los grupos que más sostenidamente crecen en el tiempo. En diagnósticos relacionados con dolor crónico, trastornos ansiosos, del sueño y depresión muestran resultados muy buenos. Junto con eso, destaca que es notoria la disminución en la polifarmacia, es decir, disminuyen el uso de medicamentos. El alivio encontrado en el cannabis les permite afrontar sus dolencias con menos remedios. Quizás lo más interesante, señala el doctor Cruz, es que estos beneficios se obtienen mediante dosis muy reducidas. “Y al responder a dosificaciones bajas, son los que menos efectos negativos presentan”, puntualizó. Efectos secundarios del cannabis como boca seca, palpitaciones o mareos “en pocos casos son motivo para interrumpir el tratamiento”, señala Cruz. Al igual que el doctor Harán, Cruz descarta de plano la existencia de una asociación entre caídas y uso de cannabis. Respecto de la forma de proveerse, la visión de Cruz es que una mayoría de sus pacientes han optado por plantar. “La gran mayoría prefiere cultivar, prefiere activar redes de apoyo, y generalmente es una instancia que termina uniendo a la familia”, lo cual es un beneficio adicional a la terapia recibida. El uso del cannabis medicinal, al menos en Chile, está siendo impulsado por los propios pacientes. Que poco a poco definen sus propios términos de tratamiento y con esa determinación llegan a las consultas médicas. Una conjunción entre la necesidad de alivio, la curiosidad y la sabiduría que se supone dan los años, hace que el dulce aroma del cannabis sea parte de sus vidas de manera creciente porque encuentran una mejor calidad de vida. Pablo Padilla de Fundación Daya

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