Brasil reglamenta cannabis medicinal y llueven críticas
A principios de diciembre pasado la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) de Brasil aprobó un reglamento para la venta en farmacias de medicamentos cuyo principio activo es la marihuana. Entrará en vigencia desde marzo de este año.
El nuevo protocolo reglamenta la importación fabricación, comercialización, prescripción monitoreo, fiscalización y dispensación de cannabis medicinal. Solo las farmacias podrán vender los derivados y por supuesto deberán estar prescriptos por un médico profesional.
Las reglas para su acceso varían en función del contenido de THC. De hecho, un medicamento con más de 0,2% de THC solo podrá ser prescrito para pacientes terminales.
La decisión no gustó entre el movimiento cannábico brasilero. Varias organizaciones y especialistas se manifestaron contrarios a esta normativa por su filosofía estrecha y las pocas posibilidades que le da las familias que necesitan un medicamento seguro a precio accesible.
“En reportajes, audiencias públicas y eventos sobre cannabis se tornó común la creciente sustitución de activistas y asociaciones por figuras del mercado. (…) Pacientes y asociaciones continuarán prohibidos de cultivar la misma planta que será permitida a las grandes industrias. Los pacientes de asociaciones podrán ser acusados por la misma planta que tendrá a la industria cada vez más billonaria”, se lamentó Margarete Brito de la Asociación de Apoyo e Investigación de Pacientes de Cannabis Medicinal (APEPI).
“Esta regulación votada en ANVISA contradice todo el movimiento social y el proceso histórico que viene sucediendo en Brasil. Aunque las empresas están tratando de construir otra narrativa, la realidad es que quienes trajeron el uso del cannabis como herramienta terapéutica a Brasil fueron las propias personas que la usan. Y quien primero las apoyó en esta lucha fueron los cultivadores domésticos de cannabis”, señaló el abogado especializado en cannabis Emilio Figueiredo.
“La regulación propuesta por ANVISA está en total desconexión con la realidad social de Brasil y no será suficiente para atender la demanda”, explicó Figueiredo.