Sin machos no hay futuro

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05 Sep 2014

Si atendemos a las cifras de venta, la mayoría de los cultivadores cannábicos están felices de sembrar variedades feminizadas y/o autoflorecientes. Gracias a ellas no hay que perder tiempo sexando plantas ni eliminando machos ni pidiéndole al vecino que riegue durante las vacaciones de verano. Pero a los cultivadores que peinamos canas nos sorprende sobremanera un aspecto de la realidad cannábica actual. Muchos jóvenes cultivadores no han visto nunca una planta macho de cannabis.


La importancia de los machos en el cultivo de cannabis

Por José T. Gállego

Si se analiza un poco no resulta tan chocante, ya que es una generación que empezó a cultivar sembrando semillas feminizadas, han seguido haciéndolo o bien se pasaron a los esquejes a partir de alguna madre que seleccionaron.

Las dificultades asociadas a esperar que las plantas muestren su sexo para eliminar machos y quedarse con las hembras, a estos cultivadores les debe sonar a cosa de otro tiempo. Un alto porcentaje de los cultivadores menores de 30 años no ha cultivado nunca o casi nunca variedades regulares. 

No solo los machos son los grandes desconocidos. Las más recientes generaciones de jóvenes cultivadores ni siquiera se preocupan por el fotoperiodo, pues han crecido bajo el embrujo del último éxito de la tecnología cannábica de semillas: las variedades autoflorecientes. Se plantan y se cosechan dos meses después, en cualquier época del año y bajo cualquier régimen lumínico. En una década o dos, conceptos como época de siembra, fotoperiodo o revegetación serán desconocidos por el cultivador medio. ¿Qué pasará entonces si las leyes cambian a peor y se prohíbe la venta de semillas? 

La presencia de genes de Cannabis sativa spp ruderalis en las variedades autoflorecientes es otro factor polémico. La ruderalis es una subespecie no psicoactiva, muchos nos tememos que introducir sus genes en la piscina genética del Cannabis sativa spp sativa y spp índica no sea la mejor idea para que la marihuana siga teniendo una psicoactividad lúcida y creativa.

La auténtica popularización de las variedades automáticas ha tenido lugar en la última década, desde la aparición de la variedad Lowryder desarrollada por The Joint Doctor en 2003. Esta variedad enana y poco potente supuso una auténtica revolución: todas las plantas empezaban a florecer enseguida, aunque crecieran bajo un fotoperiodo de luz continua estaban listas para la cosecha a las seis o siete semanas de germinar. Lógicamente, en cuanto los criadores de semillas de todo el mundo consiguieron genética Lowryder empezaron a desarrollar sus propios híbridos autoflorecientes, cada vez más potentes y productivos.

Actualmente se pueden encontrar más de doscientas variedades de genéticas automáticas a la venta, la mayoría de ellas en versión feminizada. Todas las variedades clásicas tienen su versión automática y feminizada aunque, con frecuencia, solo se parecen ligeramente a la variedad regular original, especialmente en el caso de las autoflorecientes.

El problema actual

Hoy en día muy pocos bancos siguen produciendo semillas regulares, de hecho hay variedades muy famosas y omnipresentes hasta hace relativamente poco, como Northern Lights o White Widow, que empiezan a ser difícil de encontrar puesto que nadie las produce comercialmente en la versión regular con ambos sexos y dependiente del fotoperiodo. De seguir así, no tardaremos en ver desaparecer genéticas, probablemente ya se hayan perdido algunas. En España aún quedan criadores que siguen produciendo variedades regulares y desconfían de las modas de las variedades feminizadas o automáticas, pero son pocos, y ellos solos no van a mantener toda la riqueza genética que va desapareciendo.

Muchos criadores de semillas se limitan a cruzar dos plantas hembras (cambiando el sexo de una de ellas para que produzca polen) para obtener directamente nuevas variedades feminizadas, con lo que se evitan el difícil trabajo de seleccionar los mejores machos que para muchos son el auténtico sello de calidad de un buen criador. 

El desarrollo de nuevas variedades se debería realizar con un número suficientemente grande de plantas (machos y hembras) para asegurar una variación genética que evite la degeneración progresiva de la variedad. Sin embargo, hay criadores que simplemente cruzan dos hembras de su banco de madres y ya tienen lista la novedad para el catálogo.

Los buenos criadores siguen empleando machos y suficientes plantas en el desarrollo de sus nuevas genéticas y, cuando la variedad está lista, hacen las semillas feminizadas en la última generación. Este sistema combina las ventajas de las semillas regulares y las feminizadas. La variedad cuenta con el acerbo completo de genes, tanto los que aporta el macho como los que lleva la hembra, y el cultivador final puede sembrar feminizadas y evitar perder tiempo y espacio con los machos. Seguimos teniendo el problema de que el cultivador medio no tiene acceso a los machos, y como no puede producir semillas depende de que sigan a la venta.  

La solución en nuestras manos

Hay que sembrar cada año algunas semillas regulares, con ambos sexos y no autoflorecientes, la única forma de que los bancos de semillas sigan produciéndolas es que las compren los cultivadores. En lugar de ver los machos como un inconveniente hay que fijarse en su fantástico poder, basta un poco de polen para hacer semillas propias, en grandes cantidades y de forma gratuita. Como es lógico, sin la labor de selección que llevan a cabo los buenos criadores, nuestros cruces no siempre darán variedades capaces de ganar una copa cannábica pero, con más frecuencia de lo que se piensa, saldrán buenas plantas.

Bastan unas pocas semillas regulares para obtener varias hembras y machos, conservar todas las hembras para que florezcan con el fotoperiodo y recoger suficiente polen para polinizar unas cuantas de las mejores plantas de la cosecha. Las semillas de las mejores plantas suelen ser buenas, es la técnica que el hombre ha empleado desde hace miles de años con grandes resultados.

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