Sobrefertilización: qué hacer?

Soft Secrets
06 Mar 2019

Existen diversas opiniones sobre cómo es mejor abonar. Algunos cultivadores abonan demasiado poco; otros abonan excesivamente. Por precaución, es mejor abonar poco, ya que las plantas absorben totalmente los fertilizantes en este caso.


Aún puede arreglarse el día

Cuando se usa demasiado fertilizante, las plantas pueden ser dañadas, e incluso pueden morir. Si se cosechan plantas que han sido abonadas más allá de un límite crítico, la calidad será tan mala que no podrás ni regalarlas. Prácticamente, todos los fertilizantes –no sólo los de amplio espectro, sino también los de componentes individuales y los aditivos- pueden ser aplicados en cantidades excesivas. Los efectos en las plantas varían en función de qué sustancias superan de manera crítica el máximo tolerable.

Por lo tanto, no hay unas indicaciones generales que te guíen para saber que un ingrediente está presente en el sustrato en proporciones críticas. Algunas referencias son que las hojas pierdan su color o que se ricen. No obstante, según la genética de la planta, puede ser bastante normal que las hojas viejas mueran. Cuando la parte baja de las plantas reciben poca luz, las hojas se ponen moradas al final del periodo de floración.

De manera que es importante poder interpretar correctamente los síntomas en un tipo determinado de genética, ya que la planta podría estar perfectamente sana en ciertas situaciones. Sin embargo, en caso de que uno o más ingredientes hayan sido aplicados en una proporción excesivamente crítica, la planta empezará a sufrir; más adelante, dejará de desarrollarse, y acabará por marchitarse. La sobrefertilización es un tema delicado.

Cuando los fabricantes de abonos recomiendan unos valores de EC, sus indicaciones son válidas para genéticas que pueden soportar grandes cantidades de fertilizante. Pero también hay variedades antiguas o genéticas especiales de Haze que, aunque se cumplan estas indicaciones “normales”, serán abonadas más allá de límites aceptables. Por lo tanto, un cultivador no puede decir con seguridad que, durante la fase de floración, un valor de EC de 1,4 a 2,2 suele estar bien al abonar.

Esto puede ser acertado o erróneo. Lo que cuenta es disponer de la información necesaria sobre la genética seleccionada antes de cultivar las plantas, y monitorizar los distintos indicadores a lo largo del desarrollo. En determinadas situaciones, las indicaciones de los fabricantes de abonos podrían ser inadecuadas incluso para genéticas capaces de soportar grandes cantidades de fertilizante.

Si un cultivador utiliza un sistema hidropónico con un 20% de drenaje, esto se traduce en una pérdida de fertilizante, el fertilizante puede absorberse y acumularse fácilmente en el medio de cultivo (por ejemplo, lana de roca o sustrato de coco COGr). O el cultivador puede utilizar un sistema de recirculación, en el cual el agua usada se recupera y reutiliza en riegos posteriores.

El cultivo absorberá con mayor rapidez el agua que el fertilizante, y éste se acumulará en el depósito. El valor de EC en el agua restante puede aumentar y superar un nivel crítico. Hay cultivadores que simplemente ponen lana de roca en macetas, sin proteger el medio de la evaporación. Esto puede llevar a que la evaporación sea tan elevada que las plantas se sobrefertilicen mucho antes de la cosecha, llegando a marchitarse.

Dependiendo de cada situación específica, el abonado también debe ajustarse con independencia de la genética de las plantas. Los cultivadores que observan los efectos de la sobrefertilización cometen invariablemente un error típico: suspender por completo la fertilización. Si son visibles señales de sobrefertilización, lo habitual es que el abonado haya alcanzado una fase crítica, en la que la planta acaba siendo dañada y se detiene su desarrollo. En esta fase, si se procede a regar con agua con el pH ajustado y el desarrollo ya se ha detenido, la planta no puede absorber el fertilizante del sustrato para recuperar su color verde.

La planta permanecerá en un sustrato sobrefertilizado, no podrá superar el problema, y seguirá impedida. Por lo tanto, el problema no se resolverá y, en caso de que el cultivador utilice agua del grifo con un valor típico de EC en las aguas potables, también añadirá sales nutrientes, empeorando la situación aún más.

Suspender el abonado únicamente puede ayudar si la sobrefertilización no ha alcanzado un límite crítico. Más allá de este límite, el sustrato debe ser enjuagado con agua con el pH ajustado y a una temperatura ambiente adecuada. Si los restos de fertilizante son expulsados de la tierra, la planta puede revitalizarse de nuevo. Esta técnica también funciona si se supera el valor crítico de una sola sustancia. Incluso en caso de que el cultivador haya malinterpretado una situación, y haya añadido una cantidad excesiva de esta sustancia, el enjuague no será una mala solución si el sustrato se abona después con normalidad.

Esto último es válido siempre que se aplique un buen fertilizante de amplio espectro que contenga poca cantidad del ingrediente en cuestión; que el cultivador no haya empeorado aún más la situación; y que el ingrediente no haya sido disuelto (con frecuencia, el abonado se aplica de manera incorrecta, o se usa el fertilizante equivocado, o se utiliza una dosis errónea). Tampoco es mala idea enjuagar el sustrato si hay sospechas de sobrefertilización, aunque no necesariamente se haya producido.

Si la sobrefertilización ha alcanzado un nivel crítico, el cultivador debe utilizar como mínimo una cantidad de agua equivalente al volumen de sustrato que hay que enjuagar. Si el agua que sale del sustrato está visiblemente teñida, es un indicativo de sobrefertilización. Tras el enjuague, el agua debe salir un poco coloreada nada más.

Cuando el agua vuelve a salir transparente, significa que la planta vuelve a necesitar fertilización. Según el fertilizante utilizado y el grado de sobrefertilización, el agua puede tener un aspecto diferente al principio y al final del enjuague. Incluso puede ser transparente desde el principio. Por otra parte, si una sola sustancia se ha acumulado más allá del nivel crítico, enjuagar el sustrato es indispensable.

En cualquier caso, los cultivadores deben emplear fertilizantes completos (de amplio espectro), y evitar el uso de nutrientes individuales, ya que estos tienden a causar errores, y frecuentemente se producen carencias de oligoelementos indispensables. El valor de EC también puede medirse en el agua de drenaje; exactamente igual que se mide en el agua de riego.

Como la EC se acumula con normalidad en el sustrato, el valor de EC suele ser más alto en el agua de drenaje que en el agua de riego. Esto no es negativo, sino algo normal, e incluso beneficioso. No obstante, debe tenerse en cuenta que cada tipo de genética tolera un valor específico de EC en el sustrato.

Los cultivadores pueden comprobar fácilmente estos valores realizando mediciones del agua de drenaje. Si se ha comprobado que, por ejemplo, una genética tolera un valor de 2,6, resultando excesivo un valor mayor, y ya se ha alcanzado un valor de 2,2, esto significa que el agua de riego debería abonarse menos para evitar tener que enjuagar después.

Las plantas que están enraizando o creciendo necesitan un valor de EC en el sustrato significativamente más bajo para desarrollarse adecuadamente. Los cultivadores que reutilizan la lana de roca, el coco COGr o la tierra tienen que lavar bien el medio de cultivo tres días antes de cosechar, tanto para que la planta madure de forma saludable, como para que el sustrato sea perfectamente reutilizable al tener una EC baja.

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