Monográfico: cultivando cannabis de calidad

Soft Secrets
27 Nov 2017

El principal objetivo de todo cultivo de cannabis es el poder obtener un producto final de calidad excepcional, que cumpla con las expectativas del jardinero, así como de los consumidores o pacientes, sea cual sea el objetivo o destino final del mismo.


No nos cabe duda que, para lograr estos fines, uno de los puntos clave es partir de un material genético de máxima calidad, ya sea en forma de semillas o clones y con suficiente potencial genético para cumplir todas nuestras expectativas. Una vez que tenemos seleccionada nuestra variedad ideal debemos centrarnos en la influencia que tendrán todos los factores ambientales y humanos en el producto final. Debemos tener en cuenta el régimen de nutrientes, la limpieza en el cuarto de cultivo, la prevención ante plagas o enfermedades, el correcto procesado o el almacenaje final entre otros. Cada uno de ellos influirá en el correcto desarrollo del cultivo y, especialmente, en la calidad del producto obtenido.

Ningún cultivador desearía ver sus expectativas frustradas tras haber invertido una cantidad considerable de dinero, dedicación y tiempo con nuestras plantas. Existe una base fundamental e imprescindible para que toda planta pueda desarrollarse de forma correcta: aire, luz, agua y nutrientes. Todos y cada uno de ellos tendrán un impacto determinante sobre el desarrollo de la misma, es decir, un problema con cualquiera de estos cuatro factores podría echar nuestro cultivo por tierra. Podemos y debemos asumir que, para obtener un resultado adecuado y que la planta pueda expresar todo su potencial genético, precisa obtener todo lo que necesita en su justa medida.

La nutrición orgánica de las plantas

Las plantas obtienen su alimento a partir de las sales minerales que se encuentran en el medio de cultivo. Bien a través de los minerales presentes en el suelo o de una solución de nutrientes líquida. Así podrá obtener gran parte de los nutrientes que necesita mediante sus raíces. Por otra parte, podemos dividir los nutrientes o sistemas de cultivo en orgánicos e inorgánicos (minerales). Los nutrientes orgánicos son el resultado de la descomposición de la materia viva procedente de animales o vegetales. Este es el caso de los desechos animales, estiércol, purines o guanos. También otros productos procesados como las harinas de sangre, huesos, pescado, las cenizas y productos similares. Todos ellos enriquecen en sustrato con materia orgánica útil y tienen una labor importante al favorecer la microbiota presente en el suelo.

La composición de los abonos de origen vegetal dependerá de la composición de su procedencia. Entre ellos tenemos los abonos verdes, que pueden estar previamente compostados o no, los extractos vegetales, el compost, etc. Todos ellos tienen una gran riqueza en materia orgánica, nutrientes y otros microelementos de utilidad para la planta. Existen también los abonos vivos, este es el caso de algunos tipos de plantas como las leguminosas, que contienen en sus raíces bacterias fijadoras del nitrógeno atmosférico, desempeñando una función fertilizante sobre otras plantas. Una de las peculiaridades de los nutrientes orgánicos es su aprovechamiento más gradual junto a su baja concentración. Estos nutrientes han de descomponerse paulatinamente en sustancias aprovechables por la planta, muchas veces gracias a la acción de organismos o microorganismos descomponedores, hongos y enzimas presentes en el suelo, que forman lo que llamaríamos un sustrato vivo. De esta forma, se descomponen en otros elementos más simples y asimilables por las plantas.

Este tipo de nutrientes es especialmente favorable para cultivos de ciclo largo, para exterior o huerto donde cada temporada el suelo se mejora y se puede enmendar según necesidad. Aunque la presencia y cantidad de cada elemento es variable, su diversidad de macronutrientes y micronutrientes favorecerá un enriquecimiento gradual del suelo, mejorándolo poco a poco. Parece haber consenso en que la calidad final y los perfiles aromáticos que alcanzan las plantas que proceden de este tipo de cultivos es superior, más compleja que en otros casos. Generalmente es la preferida por los sibaritas que buscan una gran calidad final, sin preocuparles la productividad alcanzada con otros regímenes nutricionales.

 

Nutrición inorgánica o mineral

Los nutrientes inorgánicos siempre proceden de materia inerte, como minerales y rocas de distintos tipos. Generalmente estos nutrientes provienen de la explotación de yacimientos naturales, como la potasa o los fosfatos, así como diferentes procesos químicos industriales. Así que su elaboración es más costosa y menos deseable si tenemos en cuenta factores de sostenibilidad e impacto medioambiental. Existe una norma referente a este tipo de fertilizantes que hace referencia a los tres macronutrientes principales: el nitrógeno, el fósforo y el potasio (N-P-K). Estos se suelen encontrar en una forma más disponible y fácilmente asimilable para la planta que en los orgánicos, resultando mucho más concentrados y potentes como alimento.

Esto podría ser también visto como una desventaja, pues en lugar de enmendar el suelo y mejorarlo nutren directamente a la planta, en algunos casos incluso haciéndolo a través de un sustrato inerte que apenas proporciona un sustento físico para las raíces. De esta forma, la planta se alimenta exclusivamente a través de una solución líquida de nutrientes de forma mucho más directa. Esto favorece que, por norma general y en un mismo entorno, una planta se desarrolle de forma más explosiva y vigorosa, alcanzando mayores producciones con este tipo de régimen nutricional. No obstante, tiene algunas desventajas o riesgos. Debido al contenido superior de sales minerales o mayor desgaste del suelo, pueden surgir desequilibrios o toxicidades de forma más drástica. Por tanto, exigen también un mayor control y supervisión.

Un uso indiscriminado de abonos inorgánicos podría saturar el sustrato de forma dramática, debido a que en cada riego de nutrientes se van acumulando las sales no aprovechadas por las raíces. Esto puede afectar negativamente al desarrollo de la planta, ocasionando carencias, excesos o toxicidades. También puede provocar presencia de residuos indeseados que podrían llegar incluso a desvirtuar el perfil aromático original. Tradicionalmente, se recomienda el uso de las técnicas del lixiviado o percolado del sustrato de forma más o menos habitual. Si observásemos cualquier formación de sales o residuos en los drenajes de nuestros contenedores de cultivo, esta técnica es muy recomendable. La conclusión es que cualquier sistema es igualmente válido, siempre que proporcione a la planta todos los elementos que necesita en su justa medida. Cualquier exceso o defecto podría ser negativo.

 

Ventajas e inconvenientes del cultivo exterior frente al cultivo bajo luz artificial

Otro de los pilares fundamentales para las plantas es la luz, esencial para que puedan realizar la fotosíntesis y desarrollarse correctamente. Esto es especialmente cierto en el caso de una planta tan voraz con la luz, aunque también debemos tener en cuenta que las plantas necesitan un espectro lumínico específico para alimentarse. El cannabis se ha adaptado muy bien al cultivo bajo luz artificial, sin embargo, el espectro y la radiación electromagnética que proporcionan este tipo de luminarias difícilmente se podrá acercar a la complejidad de la luz natural del Sol. No cabe duda de que esta es una de las claves por la que las plantas cultivadas bajo luces artificiales no terminan de alcanzar la complejidad y riqueza de aquellas que se desarrollan bajo el Sol.

No debemos pasar por alto el hecho de que, generalmente, las variedades tradicionales más potentes proceden de la franja tropical del planeta, también aquella más expuesta a la radiación solar. Sin embargo, el cultivo interior bajo luz artificial tiene una ventaja clara, pues las plantas no están expuestas a la intemperie ni sus condiciones variables de aire, polvo, lluvia y otros factores. Todos estos factores favorecen que las flores procedentes de plantas cultivadas en interior generalmente se encuentren más intactas, además de haberse desarrollado con unas condiciones de luz y entorno constantes y óptimos durante todo su ciclo. En cuanto a las diferentes luminarias, las bombillas de descarga de Alta Presión de Sodio o los Halogenuros Metálicos proporcionan una buena cantidad de luz, aunque su espectro luminoso es bastante pobre en comparación con el de la luz solar. No obstante, representan un buen compromiso entre eficiencia, coste asequible, facilidad de instalación y otros factores que las hacen muy adecuadas.

Su duración no es excesiva, pero su coste es moderado, por lo que se pueden reemplazar sin problemas tras unos cuantos cultivos. Existen alternativas interesantes como los sistemas de iluminación con fotodiodos (LED), la principal ventaja que tienen es que ofrecen la posibilidad de usar espectros luminosos más complejos, según necesidades. Por ello las plantas se desarrollan de una forma superior y disponiendo de mayor flexibilidad a la hora de configurar los espectros, iluminación, etc. Otra posible ventaja o inconveniente, según factores, es la menor o casi nula emisión de calor de las luces LED. Esto es positivo, porque permite que haya una pérdida de aceites esenciales mucho mayor, aunque el precio elevado o la dificultad para montar una lámpara casera resultan desfavorables. Es posible que todo esto cause que la combinación de lámparas de descarga HPS y MH siga siendo la solución más cómoda para un gran número de usuarios.

 

Perdiéndonos entre la oferta de variedades

Como decíamos al inicio del artículo, una de las cuestiones de mayor importancia para obtener un producto final excepcional radica en la correcta elección de las genéticas con las que vamos a trabajar. Es inútil invertir una considerable cantidad de trabajo, tiempo y dinero en nuestro cultivo, si la mala genética de las variedades de las que partimos nos limita para obtener los resultados que deseamos. Una vez que dominemos las técnicas de cultivo y procesado y podamos proporcionar a las plantas todo aquello que puedan necesitar para desarrollarse de manera óptima, el potencial genético cobrará importancia al convertirse en el mayor limitante para nuestro éxito. Es de esperar que las plantas vayan a expresar distintos fenotipos en función de las condiciones y el entorno de cultivo. No obstante, una planta nunca llegará a desarrollar unos determinados aromas, potencias o cualquier otro rasgo que busquemos a menos que genéticamente disponga de ese potencial innato para expresarlo.

Esta es precisamente la razón por la que, en las explotaciones agrícolas de frutales, viñedos o cualquier otro tipo de planta se usan siempre clones élite de calidad totalmente predecible y contrastada. De esta forma se asegura que la cosecha siempre tenga el potencial para llegar a los mínimos esperados, pudiendo centrarnos en favorecer que así sea mediante el control de todos los otros factores. Pero debemos asumir que difícilmente obtendremos plantas de características determinadas si no estamos partiendo del pedigrí adecuado para hacerlo. Lo más importante es que nos hagamos una idea clara de lo que buscamos o nos gustaría obtener. Debido a la grandísima diversidad y variedad de cultivares disponibles en el presente, sería muy fácil perdernos entre todas las opciones que podemos encontrar en el mercado. Por tanto, acotar un poco la búsqueda nos va a permitir simplificar mucho la tarea de encontrar nuestra planta ideal, o la que más se podría acercar a lo que buscamos.

Para ello podemos comenzar por concretar un poco algunos parámetros fundamentales como los tiempos de cosecha aproximados con los que podemos trabajar, aquellas características de crecimiento en función del espacio o técnicas de cultivo, el efecto psicoactivo que buscamos, la gama de cualidades organolépticas que más nos gustan o incluso la familia genética de variedades que nos gustaría probar. Evidentemente no será lo mismo buscar una variedad de cosecha rápida y aromas fuertes y astringentes, que una variedad muy estimulante y dulce, o sedante y afrutada. Igualmente cambiará la búsqueda si queremos cultivar una variedad clásica americana, holandesa o algo más actual. Si acotamos estas cuestiones la tarea se volverá mucho más sencilla, pues solamente necesitaremos investigar un poco para averiguar lo que buscamos y de qué manera obtenerlo, habiendo descartado así una buena parte de la oferta actual. En cuanto tengamos clara nuestra elección, solo dispondremos de dos opciones para conseguirlo, bien partir de semillas o hacerlo mediante clones.

 

Ventajas e inconvenientes del uso de semillas

Partir de semillas es un método estupendo, ya que nos permite obtener plantas de una forma sencilla, sin necesidad de disponer de un armario dedicado al mantenimiento de clones/madres ni tener que obtener esquejes por otros medios. Las semillas ocupan poco espacio, son fáciles de almacenar y disponen de todo lo necesario para que una planta nueva se desarrolle. No obstante, debemos asumir una dura realidad acerca de las mismas, pues en la situación actual no suponen ninguna garantía para los resultados.

En la mayoría de casos, cultivar semillas será algo similar a apostar o jugar a la quiniela, aunque en este caso, sería la lotería genética. Si disponemos de información y experiencia, podemos ganar y obtener plantas estupendas y únicas, aunque también podemos perder el tiempo y desperdiciar meses de trabajo para no encontrar nada destacable. En el caso de las semillas no-feminizadas, que popularmente se conocen como regulares, debemos ser conscientes de que producirán tanto machos como hembras al cultivarlas, pues el cannabis es una planta dioica en origen. Esto significa que naturalmente consta de dos sexos separados para reproducirse.

Para aquellos que dispongan de tiempo o espacio limitados, esto a veces se traduce en una pérdida de tiempo y dinero, pues se necesitan varias semanas hasta que las plantas muestren su sexo y se puedan finalmente descartar los indeseados machos, para trasplantar las hembras a mayores macetas y reorganizar el cultivo. Esto, sin embargo, es parte del proceso natural del cultivo del cannabis. No obstante, también es la razón por la que se suelen recurrir a estas semillas feminizadas, que surgen de forma artificial tras revertir el sexo de una hembra mediante agentes químicos que influyen en sus procesos hormonales, originando así una descendencia genéticamente femenina.

 

Las semillas feminizadas y la industria

Uno de los principales inconvenientes del uso de semillas feminizadas es que el uso de clones seleccionados revertidos no garantiza que esas hembras revertidas vayan a transmitir los rasgos deseados a la descendencia, pues son plantas que han sido seleccionadas por sus cualidades, no por su fiabilidad como parental dominante para esas mismas cualidades. Esta es la razón por la que no siempre las semillas feminizadas se parecen al clon original del que parten. Al menos no más de lo que lo haría la descendencia de cualquier emparejamiento con cualquier macho arbitrario. Es evidente que es más probable que los clones seleccionados transmitan al menos alguna buena cualidad a su descendencia, sea propia o venida de alguno de los múltiples genes encontrados en un poli-híbrido actual.

Precisamente por esto, no siempre las semillas auto-polinizadas S1 se parecen a los clones originales de los que parten. Así, pocas veces una Cheese S1 se parecerá al clon Cheese original inglés de 1988, al igual que con cualquier otra variedad similar, que son la mayoría en la actualidad. Dependiendo de nuestra suerte podremos encontrar algunas incluso más interesantes o ninguna, pero pocas veces iguales, al contrario de lo que se suele creer. Tampoco debemos olvidar que partir de semilla implica obtener una cosecha más diversa, tanto en calidad como características de crecimiento. Esto no siempre es deseable, aunque en el caso de seleccionar nuestras propias plantas puede ser interesante.

 

Partiendo desde clones

Si las garantías y la homogeneidad de los resultados son imprescindibles, la forma ideal de cultivar será partiendo de esquejes ya seleccionados previamente. Emplear clones garantizados nos permitirá asegurar la calidad del producto final, asumiendo que le proporcionaremos a la planta todo lo que necesita. Debido a que partimos de copias genéticamente iguales a una planta élite que ha sido previamente seleccionada por sus cualidades (calidad de efecto, potencia, resistencia, producción, características organolépticas…), siempre estaremos trabajando con el mismo genotipo y las pequeñas diferencias fenotípicas únicamente dependerán del entorno o las diferentes condiciones de cultivo. La principal ventaja del uso de clones es economizar recursos y trabajo. No estaremos sujetos a esperas de semanas hasta que una planta de semilla madure sexualmente y pueda ser florecida. Aunque tengamos prisa por ello, hasta que la planta alcanza el sexto o séptimo nudo no comienza a mostrar preflores.

Los clones y la propagación vegetativa nos ahorran todo este trabajo, gastos de material o electricidad y también la espera. Así como la necesidad de cultivar un mayor número de plantas para poder encontrar algo destacable una vez descartados los machos. La diferencia es bastante importante. La dificultad de cultivar clones es su disponibilidad. Debemos mantener nuestras propias plantas madre para poder obtenerlos, algo que exige una mínima infraestructura para conservar estas plantas en crecimiento continuo de forma indefinida. Así, tendremos clones siempre que lo necesitemos y podremos conservar todas nuestras plantas favoritas. En algunos lugares es posible adquirir clones legalmente, ya sea en dispensarios o growshops, sin embargo, esta práctica no está permitida en España, al contrario que en otros lugares como Austria, Canadá o los Estados Unidos. El inconveniente es la dependencia de terceros y que así nunca podremos tener control sobre todas las fases del cultivo.

Otro problema derivado es la autenticidad de los clones-élite que circulan por la escena internacional. Muchas veces los clones no son lo que dicen ser, o también encontramos que probarlos puede ser decepcionante, ya que detrás de toda esa fama se esconden más el márquetin y el deseo de obtener algo exclusivo que las cualidades objetivas reales de las plantas. Por otro lado, los gustos de cada uno no tienen por qué coincidir. Si obviamos la comodidad del uso de los clones hay pocas cosas más gratificantes que poder encontrar nuestras propias plantas élite partiendo de selecciones propias de semillas. Esto es también el modo más sencillo de encontrar nuestra planta ideal, por lo que debemos fomentar una mayor cultura de la selección y el propio trabajo, en lugar de depender cada temporada de las compañías de semillas o los demás.

Sin embargo, no debemos obviar el lado negativo, pues el uso extendido de clones entre cultivadores se convierte en una amenaza para la diversidad varietal, del mismo modo que ocurre en los cultivos comerciales de manzanas o cualquier otro producto vegetal de consumo, hasta el punto que solamente podemos comprar un puñado de variedades diferentes por mucho que quisiéramos probar otras cosas diferentes. Esto también ocurre con el uso de semillas feminizadas, pues ante la conveniencia de disponer de clones y no tener que manejar machos ni tantas plantas, cada vez menos cultivadores se preocupan de cultivar semillas y adquirir experiencia. Mucho menos de obtener sus semillas en cada cosecha, por lo que a largo plazo esto se traduce en una pérdida de diversidad, así como un acomodamiento de los cultivadores. Al fin y al cabo, cualquiera podría autoabastecerse de sus propias semillas en casa, sin depender del mercado ni tener que invertir cada año dinero en semillas. Con la ventaja añadida de poder adaptarse a sus preferencias personales mejor de lo que cualquier compañía comercial podría hacer.

 

Últimas fases de cultivo, no menos importantes

Durante la última etapa del cultivo debemos tener precaución de no echar todo nuestro trabajo a perder por algún descuido impredecible. Una de las claves es cuidar la temperatura y la distancia del foco durante estas últimas semanas previas a la cosecha, la razón es evitar la pérdida de aceites esenciales de las plantas que harán que nuestras flores pierdan sus preciados aromas. Esto lo podemos solucionar aumentando la distancia del foco o bajando la potencia de la lámpara. El lavado de nutrientes o lixiviado previo a la cosecha es otra técnica considerada fundamental para obtener un producto final de calidad. El objetivo es conseguir eliminar la acumulación de sales minerales y nutrientes en el sustrato y las raíces mediante su percolación. Estas trazas, de encontrarse en exceso, también se pueden acumular en la materia vegetal de nuestras flores, que al quemarse producen una ceniza muy oscura y un gusto desagradable.

Otro error común es mantener las plantas sobrealimentadas y nitrogenadas con las ansias de obtener una cosecha abundante. Si cosechamos nuestras plantas con un bonito color verde, sin duda habremos aportado nitrógeno en exceso durante sus últimas etapas, lo cual favorecerá que obtengamos flores cargadas de clorofila que aportará sabores y aromas indeseados de los que no podremos deshacernos ya. Mucha gente usa productos para lavar el sustrato que contienen agentes quelantes, estos se unirán a los minerales del sustrato y los retendrán, para favorecer una eliminación más eficiente. Estos productos también pueden ser útiles para problemas de sobre-fertilización o ciertas toxicidades en las plantas por acumulación de sales.

 

La cosecha y el procesado del producto final

Finalmente llegamos al momento culminante, nuestras plantas se encuentran en su momento de maduración final, listas para ser cosechadas. Tampoco aquí debemos descuidarnos, pues esta etapa es una de las que mayor impacto tendrán sobre el producto final. El cosechado y procesado equivale a una carrera por conservar todos los componentes químicos que la planta ha tardado meses en producir de la forma más intactas posible. La manipulación ha de ser mínima y los cuidados máximos. En cuanto al manicurado de las plantas, tenemos varias opciones. Hay quien prefiere manicurar durante la cosecha, o incluso durante los últimos días con la planta todavía viva.

Estas opciones nos proporcionan un material de desecho valioso para poder realizar todo tipo de extracciones y aprovechamientos, obteniendo así un producto final más vistoso y comercial, libre de hojas y tallos indeseados. El almacenamiento también es más fácil debido al menor volumen de las flores. El secado tradicional sin manicurado ni limpieza de ramas podría ser útil en lugares donde la humedad ambiental es muy baja y necesitamos ralentizar todo lo que podamos el proceso de secado. Las hojas externas igualmente protegen las valiosas flores, mientras que las ramas sujetan los grupos florales. Este es el método preferido por muchos cultivadores de la vieja escuela, dejando el manicurado de las flores para el momento de su consumo y disfrutando de esta tarea como si de una ceremonia se tratase.

El proceso de pérdida de humedad de las plantas debería tratar de alargarse lo máximo posible, pues de otro modo la clorofila se podría fijar en las flores y resultaría complicado lograr ese aspecto dorado y suavidad al consumo, donde las esencias predominan sobre cualquier aroma a paja o hierba seca. El curado puede considerarse un proceso de secado ultralento, en donde las clorofilas y celulosas se degradan por acción natural de las enzimas, a la vez que se produce una descarboxilación de las formas ácidas inactivas de los cannabinoides. Esto favorece a que haya un ligero aumento de la potencia también. No obstante, debemos tener en cuenta que durante el secado y el curado, también perderemos inevitablemente muchos aromas, por lo que se trata de un compromiso y de alcanzar el equilibrio perfecto.

El perfil químico de la planta va cambiando paulatinamente, con ello también sus aromas y sus efectos. El correcto envasado y almacenamiento son también importantes, ya que tanto el aire como la luz, el exceso de temperatura y la humedad influyen negativamente sobre la adecuada conservación. Para conservar a medio y largo plazo con seguridad, debemos mantener nuestras preciadas flores a salvo de la acción de la luz, el calor o la humedad. Para terminar, debemos tener en cuenta en todo momento que se trata de un producto vivo, que nunca deja de cambiar o sufrir transformaciones en todas sus etapas, desde que la planta comienza a desarrollarse, hasta que finalmente se usa y desaparece. Esperamos que este pequeño monográfico que repasa todas las etapas del cultivo de cannabis de calidad os haya servido para renovar vuestros puntos de vista y, tal vez, aprender algo nuevo. Buenos cultivos y mejores humos.

 

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