Prueba de estrés

Exitable
27 Nov 2015

Cultivo


Cultivo

La germinación de varias docenas de semillas feminizadas a finales de abril fue el comienzo de un proyecto cuyo objetivo era poner a prueba quince cruces de Girl Scout Cookies. Se trataba de evaluar el potencial de las distintas variedades; sus debilidades y sus puntos fuertes. Pero, sobre todo, se pretendía poner de manifiesto cualquier tendencia intersexual.

 

Desde que aparecieron los primeros cruces realizados con el esqueje Forum de Girl Scout Cookies, no han faltado voces en la comunidad cannábica internacional para afirmar que el famoso clon procedente de la bahía de San Francisco transmite a su descendencia unas tendencias intersexuales o hermafroditas que lo hacen inviable para la producción de semillas. Sin embargo, nuestra experiencia con la autopolinización del esqueje original y casi una veintena de cruces diferentes siempre nos ha indicado lo contrario. Los cultivos llevados a cabo por distintos aficionados norteamericanos desde mediados de 2013 fueron confirmando este hecho de manera sistemática, hasta que saltaron las primeras señales de alarma.

 

Varios cultivadores coincidieron en tener problemas de hermafrodismo con uno de los cruces debido al parental femenino, un polihíbrido de la nueva escuela norteamericana con una compleja mezcla de variedades, la cual incluía algún que otro precedente de intersexualidad. El ejemplar utilizado nunca mostró la más mínima tendencia interesexual, pero resultó evidente que sí la transmitía.

 

Tras retirar este interesante pero peligroso cruce y dejarlo de lado, el tiempo siguió confirmando la estabilidad del esqueje Forum en el resto de variedades: como parental masculino de los cruces y en autopolinización del clon original para la versión en forma de semilla. Sin embargo, las señales de alarma volvieron a saltar en un par de entornos cercanos relacionados con tiendas de cultivo. No era de extrañar sabiendo que se trataba principalmente del cruce con Chemdawg D, esqueje perteneciente a una familia en la que las tendencias intersexuales son características, y que los cultivadores practicaban una fertilización intensiva de manera sistemática en jardines sometidos a distintos tipos de abusos.

 

En cualquier caso, estábamos deseando realizar una prueba rigurosa de estrés con toda la colección disponible y ver qué pasaba. Las conclusiones fueron sorprendentes.

 

La prueba

 

Antes de que terminara el mes de abril, los brotes ya estaban plantados en pequeños contenedores de arranque, y la población se había estabilizado tras unos pocos descartes iniciales. El número definitivo de individuos quedó fijado tres semanas después, cuando un problema indeterminado de cultivo hizo que unas pocas plántulas que estaban juntas se quedaran estancadas sin remedio. Una vez eliminadas, quedaron cuarenta ejemplares correspondientes a quince variedades que abarcaban todo el espectro de Indica a Sativa.

 

El plantel se mantuvo durante dos meses en los mismos contenedores, de sólo 7 cm, apiñado en una bandeja. Prácticamente sin abonos ni aditivos de ningún tipo, con una condiciones de riego muy deficientes y un fotoperiodo inestable con cambios irregulares de interior a exterior, las plantas llegaron al trasplante como simples tallos con unas pocas hojas, sin ramificación alguna. La altura media era 37 cm.

 

A finales de junio, en plena ola de calor, se llevaron a cabo los trasplantes a contenedor final, de 3,5 litros, y se dejaron las plantas a pleno sol. Tres días después, fueron trasladadas a interior, donde se inició la floración con el fotoperiodo estándar de 12 horas.

 

Una floración alargada

 

Lo que comenzó como una ola de calor, tras la noche de San Juan, se mantuvo en la zona de manera indefinida, haciendo que las condiciones fueran excepcionalmente duras en el jardín de interior. Las plantas soportaban temperaturas mínimas superiores a 30 ºC, y las temperaturas máximas rondaban diariamente los 35 ºC. Además, la iluminación del jardín era escasa, ya que todo el plantel ocupaba dos bandejas de 1 m2 y sólo estaba iluminado por una lámpara de 600 vatios, la cual solía mantenerse ajustada a menos potencia para no elevar aún más la temperatura. La ventilación resultaba insuficiente, y las tareas de riego se llevaban a cabo de manera descuidada; las situaciones de estrés por sequía volvieron a hacerse habituales a medida que las plantas alcanzaban su altura final.

 

A pesar de los rigores de la prueba de estrés, las plantas se desarrollaron razonablemente bien durante los primeros cuarenta días de floración, y no dieron ninguna muestra de hermafrodismo. Eso sí, la floración progresaba a un ritmo más lento de lo normal, y el crecimiento resultaba escaso. Como consecuencia de esta lentitud en el desarrollo, prácticamente todos los ejemplares tenían un verdor intenso, aunque habían sido regadas únicamente con agua.

 

Al finalizar la primera semana de agosto, decidimos dar otra vuelta de tuerca a la prueba de estrés, y trasladar el plantel al aire libre sin más contemplaciones. El fotoperiodo natural estaba en casi 14 horas de luz al día, y el cambio de las condiciones ambientales supuso un fuerte contraste para las plantas de semilla. Sobre todo, para los ejemplares más altos, que tuvieron que pasar a un patio en el que se dan condiciones extremas. Un viento desértico y racheado de poniente les dio la bienvenida, y no tardaron en aparecer quemaduras en las hojas por la intensidad de la luz solar, que se mantenía en sus valores máximos anuales.

 

Algunas puntas florales empezaron a llamar nuestra atención por su atractivo –una Bubba Cookies aquí, una True Scout allá- durante los días siguientes, haciéndonos ver que ya estaba bien de tanto estrés añadido. La séptima semana de floración estaba terminando y, a partir de ese momento, nos centramos en dar a las plantas los cuidados necesarios para optimizar su maduración. Debido a lo avanzado de la floración, sólo hubo tiempo de aplicar un riego con algunos aditivos orgánicos, pero tampoco hacía falta más.

 

El 1 de septiembre fueron cosechadas las primeras plantas, a los 65 días de floración. La media de altura final casi llegó a 80 cm, y seguía sin haber ningún rastro de flores masculinas. La cosecha se extendió a lo largo de la primera mitad del mes, por lo que las últimas plantas fueron cosechadas con 80 días de floración. Aún así, no detectamos ni una formación estamnífera tardía incluso en las variedades con mayor tendencia intersexual, como las que incluyen miembros de la familia Chemdawg. No tardamos en darnos cuenta de que el único elemento que habíamos omitido en nuestra prueba de estrés eran los fertilizantes.

 

 

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