Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal 2014

Exitable
10 Jun 2014

Vienen de países de toda Europa e incluso de Norteamérica. Noruegos, españoles, británicos, alemanes, franceses, americanos, eslovenos y canadienses. La Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal se hace cada vez más internacional. Hay incluso cuatro mujeres, cosa que sólo puede beneficiar a la actuación de los corredores masculinos. Nuestra sede es la ciudad de Onda, donde el circo cannábico ha montado su campamento en un hotel cualquiera el día antes del comienzo. El sol primaveral de España garantiza una temperatura agradable. El viento que sopla del norte es un ligero estorbo. ¡Mierda, justo la dirección en la que tenemos que pedalear mañana! Pero ya no tenemos vuelta atrás: los patrocinadores que han hecho posible esta ocasión ya histórica cuentan con nosotros. ¡Todo por la ciencia!


Vienen de países de toda Europa e incluso de Norteamérica. Noruegos, españoles, británicos, alemanes, franceses, americanos, eslovenos y canadienses. La Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal se hace cada vez más internacional. Hay incluso cuatro mujeres, cosa que sólo puede beneficiar a la actuación de los corredores masculinos. Nuestra sede es la ciudad de Onda, donde el circo cannábico ha montado su campamento en un hotel cualquiera el día antes del comienzo. El sol primaveral de España garantiza una temperatura agradable. El viento que sopla del norte es un ligero estorbo. ¡Mierda, justo la dirección en la que tenemos que pedalear mañana! Pero ya no tenemos vuelta atrás: los patrocinadores que han hecho posible esta ocasión ya histórica cuentan con nosotros. ¡Todo por la ciencia!

Vienen de países de toda Europa e incluso de Norteamérica. Noruegos, españoles, británicos, alemanes, franceses, americanos, eslovenos y canadienses. La Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal se hace cada vez más internacional. Hay incluso cuatro mujeres, cosa que sólo puede beneficiar a la actuación de los corredores masculinos. Nuestra sede es la ciudad de Onda, donde el circo cannábico ha montado su campamento en un hotel cualquiera el día antes del comienzo. El sol primaveral de España garantiza una temperatura agradable. El viento que sopla del norte es un ligero estorbo. ¡Mierda, justo la dirección en la que tenemos que pedalear mañana! Pero ya no tenemos vuelta atrás: los patrocinadores que han hecho posible esta ocasión ya histórica cuentan con nosotros. ¡Todo por la ciencia!

1ª Etapa: Onda-Tortosa, 130 km.
De verdad que habíamos planeado marcharnos a tiempo, pero esa visita a la pizzería se nos fue un poco de las manos. Como también se nos fue el consumo de cerveza. ¡Qué demonios!, el tiempo es magnífico, vengan aquí esos 130 km. Llevo puesto un pantalón de ciclista con tres protectores uno encima de otro. No me oiréis quejarme de dolor por el sillín. A las diez y media el pelotón sale de Onda. El terreno llano sigue con la desnudez del invierno. La ruta nos lleva por huertos de mandarinos y campos de almendros en plena floración. El olor es intoxicante: aromaterapia sobre ruedas. Tras recorrer casi 70 km en contra del fuerte viento, la hora de la comida resulta un alivio. Nada de pasta caliente, como el año pasado, sino pan y montones de plátanos. Mientras nos comemos las baguettes a pedazos, escuchamos una mala noticia: la celebridad del cannabis Jorge Cervantes ha abandonado la vuelta. Los frenos de su nueva bici de marca se han bloqueado, haciendo que el peso pluma de pelo largo diera dos vueltas de campana. Con todas las piedras que jalonan la carretera, la cosa podría haber terminado mucho peor que con una mano hinchada y unas cuantas abrasiones en las piernas. El disgusto es evidente en la cara de Cervantes. Parece un niño pequeño triste, con su atuendo de ciclista ahora inservible. ¡Hasta la vista, Jorge!

2ª Etapa: Tortosa-Selva del Camp, 118 km.
Hoy nuestro destino es Selva del Camp, en lo alto de las colinas. “Colinas” suena a cosa de niños, pero desde luego, no para nosotros, simples aficionados. ¿Qué más da que una montaña tenga sólo 800 m. de altura si la carretera a la cima tiene 30 km. de longitud? El pelotón se rompe en seguida y, visto desde la cumbre, recuerda a manchas amarillas y negras desperdigadas como hormigas trepando por la pendiente. La velocidad de unos y otros es muy diferente. Los corredores más lentos se mueven a ritmo de caracol, a unos 7 km. por hora, mientras que los buenos bajadores vuelan cuesta abajo a velocidades de 70km hora, incluso sobrepasando a los coches. El viento no amaina, y cuando el sol se oculta entre las nubes, hace mucho frío. Durante el almuerzo, el asistente Alex dobla unos trozos de cartón como aislante improvisado, que unas cuantas chicas se ponen bajo los maillots. ¡Sexy!

¿Un buen entrenamiento?
Tiene algo de ridículo: adultos sin apenas entrenamiento, fumadores de hierba y bebedores de cerveza pretendiendo ser ciclistas profesionales. Pero, una vez que sitúas tu demasiado pesado cuerpo sobre la estrecha franja de un sillín de carreras, te olvidas de que eres un pollo asado comparado con los perros de presa bien entrenados de la cabeza del pelotón. Con la apretada ropa de ciclista es fácil imaginarse que eres Cancellara, Contador o Mollema. Sobre una bicicleta de carreras, hombres hechos y derechos se convierten en gallitos competitivos, cosa que sucede también en la Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal. Tu moral se tambalea como un flan si te pasa alguien y no puedes seguirlo. Mira, aquí viene otra vez ese maldito francés Jean-Philippe, con su carísima bici -¡y es la de repuesto!-. Es un “amateur”, lo que en ciclismo significa que ruedas a una media de 2km hora más lento que los profesionales, para los que 40 km hora en contra del viento se considera ir despacio. Incluyendo las carreras, corren más de 250 km a la semana. Nosotros no podemos competir, por supuesto, unos degenerados amantes del cannabis. “Buena carrera de entrenamiento” le oí decir antes. Daan, del coffee shop Dizzy Ducks en La Haya, no se lo puede creer. “Ese tipo vuela subiendo la montaña, sin una sola gota de sudor”.. dice con una mezcla de indignación y asombro, justo antes de dejarme atrás sin la menor opción.

3ª etapa: Selva del Camp-Barcelona, 128 km.
Los músculos empiezan a fallar después de dos días de ciclismo. Gimiendo y con las piernas torcidas, vamos tropezando hasta el buffet del desayuno. Afortunadamente, el cannabis sirve también para aliviar el dolor muscular. El representante de Paradise Seeds y organizador de la vuelta Luc advierte de que hoy afrontamos el test definitivo: la montaña. Primero, vamos a ver si conseguimos levantarnos de la mesa, luego ya veremos. Los primeros kilómetros no son demasiado malos. El viento no corta demasiado y el paisaje, después de tanta granja de cerdos, es cada vez más idílico. Por fin corremos a través de la naturaleza virgen que veíamos a diario en la edición pasada. Embalses rodeados por arboledas, pueblos pintorescos, una corriente espumosa que escalamos por un inseguro tablón. A menos, claro, que te llames Rasta Jan o Yuri y la atravieses a toda velocidad. Una iglesia perdida estilo Gaudí pone el toque psiquedélico. ¡Viva España, perdon.. Catalunya! Jeroen y yo terminamos pronto de comer para disfrutar de una taza de café en el bar más próximo. Apenas nos hemos sentado cuando un pelotón amarillo y negro en estrecha formación llega zumbando como un enjambre de avispas. ¡Impresionante! El pelotón pasa volando entre el ominoso ruido de llantas de goma y cadenas bien lubricadas. Antes de poder terminar nuestras tazas, ya han desaparecido por la siguiente rotonda.

Terapia agónica
Despues llegamos al pie de nuestro último obstáculo, el Garraf Massif. Al principio no parece ser un problema, pero según vamos subiendo se va haciendo más difícil. Cada cierto tiempo piensas que ya has llegado a la cima, pero a cada curva las cosas se ven más altas y escarpadas. Incluso el descenso, normalmente una recompensa duramente ganada tras la escalada, es diabólico. La carretera parece derrumbarse verticalmente sobre el abismo. En la carretera pobremente pavimentada están escritos con tiza los nombres de Horner, Valverde y otros profesionales ilustres que han estado antes que nosotros. Cada pendiente va seguida de una curva cerradísima que practicamente obliga a parar la bici. Daan -por fortuna indemne- se arriesga a una caída, mientras Bart de Organic Earth a duras penas consigue evitar una colisión. El ciclismo es también una terapia agónica. Una inadvertida piedra en una curva puede ser suficiente para acabar en una silla de ruedas. Pero sobre todo, el ciclismo es sufrimiento. Los músculos de las piernas arden, los hombros piden a gritos un masaje, y ya no sabes como poner el trasero para que el dolor pare un poco. Maldiciendo a todo y a todos, tú como un soldado continúas con un único objetivo: terminar la vuelta.

¡Los últimos kilómetros! Mientras el psicólogo deportivo Patrick vocifera histéricamente por el megáfono desde el autobús, nosotros pedaleamos de forma casi militar por los suburbios de Barcelona. Los viandantes se paran sorprendidos y nos animan. Hay niños que corren a nuestro lado, saludando. Los mayores se sonríen leyendo las inscripciones de nuestras camisetas. Tocamos el timbre de nuestras bicis, parecemos una orquesta gamelán sobre ruedas. La noche cae antes de que lleguemos a los límites de la ciudad, y va a ser un final de infarto, diez kilómetros navegando nerviosamente entre los coches que salen por todas partes. Pero, finalmente, aparece en la distancia el recinto de la feria comercial Spannabis. Estamos tres días, 400 kilómetros, 220 plátanos, 330 barras de muesli y 10.000 euros en dinero de patrocinio más lejos. La Vuelta Ciclista del Cannabis Medicinal 2014 ha terminado. ¡Misión cumplida!

Gracias a todos los patrocinadores, a nuestros asistentes y psicólogos Tim y Christopher, Doc Medique, al chistoso de la vuelta y susurrador de bicis Gerard, a Alex y Roos, Patrick, Kees, Luc y Matej.

E
Exitable