Vaporizar o fumar

Exitable
26 Nov 2013

Vaporizar está de moda, cada vez son más los consumidores de cannabis que se inclinan por la vaporización para evitar los efectos nocivos del humo. Entre las exageraciones típicas de los eslóganes publicitarios y la mitología propia de las leyendas urbanas, existen muchas dudas, errores y preguntas sobre este sistema de consumo que conviene aclarar.


Volcano Classic y Volcano Digit, dos clásicos de fabricación alemana

En estas páginas recopilamos lo que, a día de hoy, se sabe a ciencia cierta sobre la vaporización y sus efectos sobre la salud. En los últimos años han aparecido muchas empresas que ofrecen una amplia gama de vaporizadores de todo tipo, no sólo destinados a los usuarios de cannabis medicinal sino también a consumidores lúdicos preocupados por su salud; repasaremos algunos de ellos.

Fumar es el método más habitual de consumir cannabis. Pero, ¿por qué se fuma el cannabis? La verdad es que es un método de consumo con grandes propiedades: el efecto es casi inmediato, resulta muy fácil autodosificarse y es un sistema sencillo y poco complicado. Al fumar cannabis, los efectos psicoactivos aparecen en pocos minutos, por lo que el consumidor puede evaluar fácilmente su estado y decidir si desea una dosis mayor, autodosificandose con gran exactitud aún con variedades de distinta potencia. El consumidor, atendiendo sólo a sus sensaciones, es capaz de ajustar la dosis ingerida a sus necesidades, adecuando el número, y la frecuencia e intensidad de las caladas. El único inconveniente que tiene fumar, y es un gran y esencial inconveniente, es que el humo es perjudicial y contiene numerosos productos tóxicos y cancerígenos. 

El cannabis también es psicoactivo por vía oral, pero esta forma de consumo tiene un inconveniente fundamental, tarda entre una y dos horas en hacer efecto, por lo que no resulta muy útil cuando se desean efectos inmediatos, tanto en uso lúdico como terapéutico. 

Otro inconveniente importante es que a causa de esta lentitud resulta muy habitual que el consumidor se impaciente y aumente la dosis antes de percibir los efectos, por lo que acaba consumiendo una dosis excesiva y sufriendo efectos secundarios como mareos, ansiedad o desorientación.  Debido a la baja toxicidad de los cannabinoides, las sobredosis de cannabis no suponen un riesgo para la salud, pero resultan muy desagradables y han desanimado a numerosos pacientes, que buscan los efectos terapéuticos del cannabis pero no quieren “colocarse”.

Aunque algunos consumidores de cannabis medicinal se acostumbran a la ingestión oral, son muchos los que prefieren un sistema más rápido y fiable y siguen fumando.

 

Los peligros de fumar cannabis

Fumar es malo para la salud, el humo contiene muchos compuestos tóxicos que se depositan en los pulmones y con el tiempo acaban causando graves enfermedades. El humo del cannabis no tiene nicotina como el del tabaco, pero sigue conteniendo alquitranes e hidrocarburos cancerígenos y muy tóxicos. 

El daño pulmonar producido por el cannabis sólo es menor que el del tabaco porque no contiene nicotina y porque se fuma con menor frecuencia y dosis más pequeñas pero, en realidad, deposita hasta cuatro veces más alquitrán por cigarrillo que el tabaco (sobre todo porque los porros no suelen llevar filtro y las caladas se aguantan más). No todos los estudios realizados confirman este daño, en una investigación llevada a cabo en 1987 se comparó la función pulmonar de fumadores de tabaco,  fumadores de cannabis, fumadores de tabaco y cannabis y no fumadores sin poder hallar una correlación entre el consumo de cannabis y la pérdida de capacidad pulmonar, mientras que quedó claro que el tabaco si afectaba claramente a la función respiratoria. De todos modos, investigaciones más recientes muestran cambios en los bronquios de los fumadores de cannabis similares a los de los fumadores de tabaco y que se consideran precursores del cáncer.

Casi ningún consumidor de cannabis es capaz de fumar veinte porros al día, dosis muy común entre los fumadores de tabaco, sin embargo, no por ser menor, debemos despreciar el riesgo que causa fumar cannabis. Los pacientes que usan el cannabis por sus propiedades terapéuticas es un grupo de consumidores en el que la inhalación de humo esta especialmente desaconsejada. No tiene sentido administrar un medicamento junto con productos tóxicos cuando se puede evitar.

En los últimos años, tras la entrada en vigor de la ley antitabaco que prohibió fumar en locales públicos y centros de trabajo, cada vez hay más personas que han dejado el tabaco y aumenta el número de consumidores de cannabis preocupados por los posibles efectos tóxicos del humo. 

Fumar cannabis ocasiona la formación de muchos productos tóxicos, siendo los alquitranes, los hidrocarburos poliaromáticos (PAH) y otros compuestos carcinógenos los más peligrosos y menos deseables.

La forma de fumar también influye en la cantidad de THC y productos tóxicos que llegan a los pulmones. Por ejemplo, una calada de cuatro segundos extrae el doble de THC y cuatro veces más subproductos que una de dos segundos. En general, las caladas largas, frecuentes y grandes extraen más cannabinoides por gramo de cogollo pero generan más subproductos tóxicos. Un porro fumado con pequeñas caladas cortas y espaciadas es más sano, aunque se aprovecha menos THC.

 

Cannabis y tabaco

Una costumbre muy extendida entre los fumadores europeos es mezclar el cannabis con tabaco. Casi desconocida en otras partes del mundo, esta combinación tiene como fin proporcionar una experiencia más agradable al consumidor. Mientras que los porros de cannabis puro tienden a apagarse continuamente y causan violentos accesos de tos al fumador, cuando se añade tabaco a la mezcla, los canutos permanecen encendidos más tiempo y el humo provoca menos tos, aunque esto no significa que sea más saludable fumar cannabis con tabaco, ni mucho menos. Esta costumbre tiene un efecto secundario muy perjudicial ya que expone al tabaco a muchos consumidores que sólo están interesados en ingerir THC, aumentando la probabilidad de que se habitúen al tabaco.

Un estudio realizado en 2008 en la Universidad de Leyden demostró que el consumo de cannabis con tabaco presentaba una ventaja que hasta el momento había pasado desapercibida. La mezcla de cannabis con tabaco aprovecha mejor el THC, pero el consumidor fuma una mayor proporción de subproductos tóxicos. Los porros con sólo un 25% de cannabis extraen casi un 50% mas THC por gramo de cannabis que los porros de marihuana pura a costa de cuatro veces más humo y subproductos de la combustión. Los investigadores atribuyen este incremento a una mejor combustión del cigarrillo gracias al tabaco, lo que eleva su temperatura y mejora la liberación de THC en el humo, pero resaltan que el radio THC/subproductos empeora sustancialmente. Es decir, fumando con tabaco se gasta menos en cannabis pero se dañan más los pulmones.

Otra observación es que los niveles de CBN en el humo aumentan cuanto peor es la combustión. Este producto de degradación de THC aparece en muestras de cannabis viejas o mal almacenadas, pero está prácticamente ausente en el cannabis fresco o recién secado. En el vapor de un vaporizador, el CBN no está presente o sólo en cantidades mínimas, sin embargo, cuando el cannabis se consume fumado se produce CBN en grandes cantidades, a costa de la degradación de un importante porcentaje del THC.

 

Vaporización: ¿lo más sano?

La vaporización aparece como una opción muy interesante, tanto para pacientes, como para usuarios lúdicos, ya que cuenta con las ventajas de fumar pero sin sus peligros. Permite una dosificación muy rápida y exacta de los principios activos que evita con gran seguridad los episodios de sobredosificación.

Los vaporizadores calientan la materia vegetal hasta una temperatura que evapora los principios activos, sin provocar la combustión que genera el humo. Gracias a este sistema se puede inhalar el THC del cannabis sin los alquitranes y subproductos tóxicos de la combustión.

Hemos revisado la gran mayoría de los estudios científicos serios que se han hecho sobre la vaporización y podemos contestar con bastante seguridad que vaporizar es menos tóxico y dañino que fumar cannabis. En primer lugar, la vaporización es el sistema de consumo por inhalación que presenta un mejor ratio THC/alquitrán cuando se compara con porros, pipas, pipas de agua, bongs, etc.

Un estudio reveló que el vapor de cannabis no contenía tres compuestos tóxicos que sí están en el humo: naftaleno, benceno, tolueno. Además registró una reducción del 50% en el contenido en alquitrán y se observó una menor presencia de monóxido de carbono, aunque no fue cuantificada. En otro estudio, se encontró que hasta el 89% del vapor era THC, mientras que en el humo sólo el 12% eran cannabinoides y el 88% restante lo componían hasta 110 subproductos de la combustión entre los que destacaban cinco peligrosos  HAPs (hidrocarburos aromáticos policíclicos) con efectos cancerígenos. Otro estudio midió la cantidad de monóxido de carbono (CO) exhalado como indicador de la exposición a subproductos de la combustión, encontró que tras la vaporización los niveles de CO eran muy pequeños o nulos, lo que indica que no hay exposición a estos productos tóxicos.

En un estudio holandés se analizó un extracto de la variedad medicinal Bedrocan, así como el vapor y el humo producidos por la misma planta. Los resultados mostraron que en el extracto se encontraban 36 compuestos distintos entre cannabinoides y terpenos. En el vapor encontraron 30 compuestos, ninguno nuevo, pues todos estaban también presentes en el extracto. En cambio, el análisis del humo mostró 69 compuestos, muchos de los cuales no estaban presentes ni en el extracto ni el vapor. Aparecieron 23 cannabinoides desconocidos, hidrocarburos, compuestos fenólicos y compuestos nitrogenados, así como cantidades significativas de CBN que no estaban en la planta.

La vaporización no altera los compuestos presentes en la muestra que simplemente se evaporan con el calor, sin sufrir los cambios que ocasiona la combustión en las moléculas. Por el contrario, en el humo se encuentran decenas de compuestos que no estaban en la muestra original y que son subproductos de la combustión.

 

¿Es efectiva?

En un porro, entre el THC que se destruye por la combustión y el que se lleva el aire entre calada y calada, no suele inhalarse más del 20% del THC que había en la hierba. Además, el humo exhalado contiene hasta un tercio del THC inhalado, que también se pierde. Al final sólo se absorbe un 10 o 15 % del THC inicial. Los fumadores más habituales y aquellos que usan pipas de una sola calada para evitar desperdiciar humo, pueden lograr una eficiencia algo mayor.

Los estudios nos enseñan que del THC que contiene la muestra que se mete en el vaporizador no más del 50% acaba estando disponible en el vapor. A menudo, especialmente cuando se vaporizan cogollos en lugar de extractos, sólo llega al vapor el 30% del THC. Descontando el THC exhalado vemos que se puede llegar a absorber cerca del 20% del THC inicial. Una efectividad comparable o aún mayor que la que se obtiene fumando.

Dejando de lado los estudios, en mi experiencia personal he encontrado que al vaporizar suelo usar dosis mucho más pequeñas que al preparar un porro y el consumo diario baja considerablemente. Especialmente quien está acostumbrado a fumar cannabis mezclado con tabaco notará que la psicoactividad del vaporizador puede parecer diferente, pero hay que atribuirlo más a la falta de tabaco que a la vaporización.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de los estudios  que citamos se han realizado con el vaporizador Volcano Classic, ya que por sus características era el más adecuado para los estudios científicos en unos años en que la gama de vaporizadores a la venta era mucho menor que hoy en día. El sistema de bolsa permite analizar con cierta facilidad el condensado del vapor, pero los resultados obtenidos es estos estudios, aunque pueden dar una idea aproximada de las ventajas de la vaporización, no son inmediatamente extrapolables a cualquier dispositivo.

 

Consejos y precauciones

Los estudios muestran que la temperatura de vaporización más recomendable es 200-210º C, ya que se logra un vapor poco irritante y una buena vaporización de los cannabinoides presentes en la muestra.

Siempre manteniéndose por debajo de 230º C para evitar la combustión, con temperaturas más altas se logra una más completa vaporización de los cannabinoides, a costa de un vapor más irritante, mientras que con temperaturas más bajas se gana en sabor, pero se aprovechan peor los cannabinoides. En un estudio de 2001 se observó que a partir de 200º C empezaban a aparecer en el vapor cantidades considerables de benceno, por lo que sería más sano evitar las temperaturas más altas.

Cuanto más alta es la temperatura más rápidamente se vaporiza el THC y las muestras se “gastan” antes. En cambio, vaporizando a 185 o 190º el THC se vaporiza de manera más progresiva y a lo largo de un mayor tiempo.

Los estudios muestran que el vapor va perdiendo THC progresivamente por lo que no conviene almacenarlo dentro de un globo durante mucho tiempo. Si se consume dentro de los cinco primeros minutos la pérdida es de un insignificante 2% pero una hora después sólo está disponible el 50% , tras tres horas, todo el THC se ha condensado en las paredes del globo.

Conviene emplear variedades o extractos potentes para reducir la cantidad consumida. Medio gramo de una variedad con 5% de THC aporta la misma cantidad de principio activo que 125 mg de una variedad con 20% de THC, pero hay que fumar cuatro veces más material. La vaporización de hachís, aceites y otros concentrados reduce aún más la dosis necesaria. Con algunos de los productos más potentes basta con una gota para obtener los efectos deseados.

Por otro lado no conviene retener excesivamente la calada, ya que aumenta la deposición de alquitrán en los pulmones. Un estudio mostró que la cantidad de THC absorbido aumenta proporcionalmente conforme la calada se aguanta hasta diez segundos pero, a partir de ahí, un mayor tiempo no logra aumentar la absorción.

 

Sistemas de vaporización

La vaporización requiere calentar la muestra hasta una temperatura de 180 a 210º, para que los principios activos (cannabinoides y terpenos) se evaporen pero sin llegar a quemar la materia vegetal, lo que sucede alrededor de 230º C. Hay dos formas básicas de transmitir el calor entre la fuente y la muestra, por contacto o mediante un flujo de aire, lo que da lugar a dos tipos de vaporizadores básicos, por conducción o por convección.

Conducción: la resistencia eléctrica calienta una placa metálica sobre la que reposa la muestra y el calor se trasfiere por contacto. Es un sistema que con frecuencia provoca una cierta combustión de la muestra, por lo que no se utiliza apenas en los vaporizadores más modernos. Se empleaba antiguamente y se sigue usando en algunos modelos baratos.

Convección: el calor se trasfiere por medio de una corriente de aire que va de la fuente de calor a la muestra. La corriente de aire puede ser provocada por un pequeño ventilador o simplemente por la inhalación de la calada por parte del usuario.

 

Vaporizadores

La gama de vaporizadores a la venta no para de aumentar. La mayoría de los modelos provienen de Estados Unidos y Canadá, donde la legalización del cultivo y consumo de marihuana medicinal en numerosos estados ha dado un gran impulso a toda la industria relacionada con el mercado cannábico. El enfoque antiprohibicionista estadounidense centrado en el uso terapéutico del cannabis ha favorecido la cultura del consumo sano y popularizado el uso de vaporizadores de todo tipo. Hoy en día hay dispositivos en una amplia gama de precios y estilos: de sobremesa , portátiles, eléctricos, con butano, de bolsa, de vaporización directa, etc. En este artículo repasamos algunos de los modelos más llamativos, populares o efectivos pero, por falta de espacio, nos es imposible citar todos y cada uno de los vaporizadores a la venta.

Los vaporizadores de sobremesa son los más adecuados para un uso intensivo y los que mejor calidad de vapor ofrecen. Suelen ser la elección para tener en casa como vaporizador habitual. Los modelos más caros permiten un ajuste muy exacto de la temperatura de vaporización al gusto de cada consumidor. 

La empresa alemana Storz & Bickel (www.storz-bickel.com)  fabrica el Volcano, probablemente el vaporizador más famoso de todos y, sin duda, el más habitualmente utilizado en los estudios científicos sobre vaporización. Se comercializa en versión Classic (con nueve temperaturas preestablecidas) y Digit (en el que el usuario puede fijar exactamente la temperatura deseada, que se muestra en un panel digital). También han desarrollado Plenty, un vaporizador de mano de buena calidad pero que tiene el inconveniente de que no es realmente portátil pues debe estar conectado a la corriente.

También es alemán el Aromed 4.0 (www.aromed.com), un vaporizador muy especial. Producido por un grupo de pacientes que usaban cannabis como medicamento, apareció en 1996 como el primer vaporizador medicinal del mercado. Es el único vaporizador que utiliza una bombilla halógena conectada a un microprocesador para calentar a la temperatura precisa la muestra depositada en la cazoleta. Produce un vapor delicioso y muy suave gracias a que pasa a través de un filtro de agua que lo enfría antes de su inhalación.

 

Vapocane montada en la Cane Gun

La compañía vasca responsable de Mini Vap (www.minivap.com) ha desarrollado un dispositivo modular que se puede usar como vaporizador de sobremesa conectado a la corriente o incorporarle una batería interna para convertirlo en vaporizador portátil por lo que se evita tener que comprar dos dispositivos, uno para casa y otro para la calle. Minivap es el mejor vaporizador de conveccion portatil que se fabrica en Europa.

Los vaporizadores portátiles se han popularizado mucho en los últimos tiempos con la comercialización de modelos muy prácticos, pequeños y fáciles de usar. Pueden ser eléctricos (alimentados con baterías internas o pilas recargables) o de gas (contenido en el vaporizador o aplicado por medio de la llama de un mechero). Los vaporizadores portátiles más baratos no cuentan con fuente de calor propia y hay que calentarlos con un mechero. Consisten en una cámara donde se deposita el material a vaporizar y a la que se aplica el calor de la llama del mechero. La llama nunca toca directamente la muestra, que sólo recibe el calor. Suelen requerir algo más de práctica que otros sistemas para obtener resultados satisfactorios, ya que el usuario debe aprender a regular el calor aplicado para vaporizar los cannabinoides sin chamuscar la muestra.

Los vaporizadores portátiles con recipiente para la hierba de cristal, son muy prácticos porque no requieren electricidad y se calientan con un mechero. pero los modelos más grandes y delicados no son tan fácilmente trasportables,  como sucede con el famoso  Shake & Vape que popularizó el pionero de la vaporización Eagle Bill; funciona muy bien pero se rompe con relativa facilidad. Vapo 2 (www.vapo2.com) es otro dispositivo similar.

 

Hierba troceada antes de la vaporización

Los fabricantes de Vapbong y su sucesor  Vaponic han ingeniado un dispositivo extremadamente sencillo y muy fácil de usar. Construido con cristal de borosilicato y una pequeña pieza de silicona, gracias a su pequeño tamaño se puede guardar dentro de un falso rotulador que se incluye con el vaporizador.  Se utiliza junto con un mechero de tipo “soplete” con el que se calienta el cristal exterior hasta alcanzar la temperatura de vaporización. Al contrario que en la mayoría de los vaporizadores portátiles de cristal, en que el calor se transfiere por conducción, en el Vaponic la muestra permanece separada del cristal y se calienta por convección, lo que evita que se alcancen temperaturas de combustión fácilmente.

Alivi8 (www.alivi8.com) y Vapor Genie (www.vaporgenie.com) tienen un funcionamiento ligeramente distinto. Con aspecto de pipa o chillum, cuentan con un filtro de material cerámico especial situado entre la hierba y la llama que evita que haya combustión. Este filtro dirige el aire caliente hasta el material vegetal  para provocar la vaporización de los principios activos.

 

Hierba troceada después de la vaporización

Iolite y Wispr  (www.iolite.com) son vaporizadores portátiles alimentados con butano (el gas de los mecheros). Una vez cargado de gas, el vaporizador funciona sin cables ni mecheros. Es muy pequeño y tiene una buena autonomía. Solo tiene una temperatura de vaporización: 190º C.  En este tipo de dispositivos se recomienda utilizar un gas de alta calidad y sin aditivos para evitar inhalar productos tóxicos.

 

Vapir Oxigen, Vapir NO2 

Arizer Solo, FlashVAPE (www.flashvape.com), DaVinci y Ascent (www.danincivaporizer.com) son vaporizadores eléctricos portátiles alimentados con baterías recargables. Sus principales ventajas son la comodidad de uso, la portatilidad, la posibilidad de ajustar con precisión la temperatura de vaporización y que no usan butano. La queja más frecuente entre sus usuarios es que la batería no dura demasiado, aunque se pueden seguir usando mientras se está recargando.  Uno de los diseños más curiosos es el de PUFFit (www.discreetvape.com) , un pequeño vaporizador eléctrico que imita a un inhalador para el asma por lo que resulta extremadamente discreto. Magic Flight Launch Box (www.hortitec.es) es uno de los portátiles más sencillos, simplemente se inserta una pila AA cargada y se pone en marcha. Muy simple y fácil de usar pero requiere de una buena provisión de pilas recargables en el bolsillo ya que se gastan en cinco minutos de uso.

 

Vapor cannábico saliendo de un Volcano 

Los más pequeños y discretos vaporizadores portátiles son los que imitan en su forma a los cigarrillos electrónicos. Con el tamaño de un bolígrafo suelen cargarse conectándolos a un puerto USB. La mayoría de los modelos son aptos para vaporizar aceites y concentrados, como el vaporizador P1 (www.pepitaseeds.com) pero no dan tan buen resultado con cogollos, aunque hay algunos modelos que sí lo permiten como el minivaporizador G-Lock (www.lagrowcentral.com) que funciona con bho, hash y cogollos. Dentro de los minivaporizadores también hay que destacar el americano Cera Thermovape (www.thermovape.com), está construido con cerámica y funciona por convección, por lo que es una gran promesa de futuro, ya que se considera como uno de los mejores portatiles en la actualidad.  

Vapocane (www.vapocane.com)  permite convertir una pipa de agua en vaporizador. Se sitúan en lugar de o sobre la cazoleta de la pipa y se calientan con un mechero.

 

Bibliografía

Abrams, D., Vizoso, H., Shade, S., Jay, C., Kelly, M.E., Benowitz, N. (2007) Vaporization as a Smokeless Cannabis Delivery System: A Pilot Study. Clinical Pharmacology and Therapeutics.

Arno Hazekamp , Renee Ruhaak , Lineke Zuurman , Joop van Gerven , Rob Verpoorte (2006) Evaluation of a vaporizing device (Volcano®) for the pulmonary administration of tetrahydrocannabinol . J. Pharm. Sci. 2006, 95(6): 1308-1317

Fischedick, J.T., 2013, Tésis doctoral. Leiden University

Gieringer, D. (1996) Marijuana research: waterpipe study. MAPS (Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies) Bull 6(3): 59-66

Gieringer, D. (2001) Cannabis vaporization: a promising strategy for smoke harm reduction. Journal of Cannabis Therapeutics 1(3-4): 153-170

Gieringer, D., StLaurent, J., Goodrich, S. (2004) Cannabis vaporizer combines efficient delivery of THC with effective suppression of pyrolytic compounds. Journal of Cannabis Therapeutics 4(1): 7-27

Grotenhermen, F. (2001) Harm Reduction Associated with Inhalation and Oral Administration of Cannabis and THC. Journal of Cannabis Therapeutics, Vol.1, No 3/4

Hazekamp, A., ( 2010) Optimal temperature for single-dose administration of 100 mg cannabis or 10 mg Dronabinol. LabAssistent Phytochemical Services

Hazekamp, A., (2006) An evaluation of medicinal grade cannabis in The Netherlands. Cannabinoids 1(1): 1-9

Taskin, D.P et al., (1987) Respiratory symptoms and lung function in habitual, heavy smokers of marijuana alone, smokers of marijuana and tobacco, smokers of tobacco alone, and nonsmokers. Am Rev Resp Disease 135:209-216

Van der Kooy, F., Pomahacova, B., and Verpoorte, R. (2008) Cannabis Smoke Condensate I: The Effect of Different Preparation Methods on Tetrahydrocannabinol Levels, Inhalation Toxicology, 20:801–804

Van der Kooy, F., Pomahacova, B., and Verpoorte, R. (2008) Cannabis Smoke Condensate II: Influence of Tobacco on Tetrahydrocannabinol Levels, Inhalation Toxicology, 21:87-90

Van der Kooy, F., Pomahacova, B., and Verpoorte, R. (2009) Cannabis smoke condensate III: The cannabinoid content of vaporised Cannabis sativa. Inhalation Toxicology, 1–5.

E
Exitable