Literatura online escrita bajo efecto de las drogas.

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11 Dec 2011

No sabemos si ya haber nacido en Villanueva de Arosa, le marcó a Ramón María del Valle-Inclán, dramaturgo, poeta y novelista clave del Modernismo literario en España. Chiste malo. El caso es que por recomendación de su médico fumaba hachís para calmar sus dolencias en las vías respiratorias.


No sabemos si ya haber nacido en Villanueva de Arosa, le marcó a Ramón María del Valle-Inclán, dramaturgo, poeta y novelista clave del Modernismo literario en España. Chiste malo. El caso es que por recomendación de su médico fumaba hachís para calmar sus dolencias en las vías respiratorias.

No sabemos si ya haber nacido en Villanueva de Arosa, le marcó a Ramón María del Valle-Inclán, dramaturgo, poeta y novelista clave del Modernismo literario en España. Chiste malo. El caso es que por recomendación de su médico fumaba hachís para calmar sus dolencias en las vías respiratorias.

"¡Verdes venenos! ¡Yerbas letales de Paraísos artificiales!" escribió Valle en su poema "La pipa de Kif": "A todos vence la marihuana que da la ciencia del ramayana ¡Oh marihuana!, verde neumónica; Cannabis índica et babilónica. Abres el sésamo de la alegría, Cáñamo verde, kif de Turquía. Yerba del Viejo de la Montaña, el Santo Oficio te halló en España. Yerba que inicias a los faquires, llena de goces y Dies Ires. Verde esmeralda -loa el poeta Persa- tu verde vistió el profeta! (Kif -yerba verde del persa- es al achisino bhang bengalés. Charas que fuma sobre el diván entre odaliscas el gran sultán)".

Antes de citar varias obras y autores, que con el desembarco de Amazon en España ya puedes comprar y leer en Internet, vale la pena acotar que la primera obra de la literatura española que habla del cáñamo como droga probablemente sea "El Arte Cisoria" (arte de cortar del cuchillo, meticuloso tratado gastronómico) escrito en 1423 por Enrique de Villena. En ella se menciona la alhaxixa (hashish), es decir, la miel "de la foja del cáñamo". Unos años más tarde, en el acto I de La Celestina (1499), en tórrido diálogo con Calisto, Pármeno también ya se menciona la "yerva paxarera" como uno de los menjurjes que utiliza la alcahueta y algo hechicera Celestina para aceitar las caras de la gente. La relación de esta yerba con el cáñamo es evidente, en tanto que sus semillas eran (y aún son) utilizadas como alimento para los pájaros de ornato.

Solo para confirmar la simbología que del cáñamo se tenía ya en esta época, basta citar a autores clásicos del Siglo de Oro español, como Quevedo, que en su poema moral "Exclama contra el hinchado rico y glotón", escribe: "¡Cuánto engaño de cáñamo anudado. Tiene el golfo, inquiriendo su elemento. Al pasto delicioso del pecado!"

Drogas y literatura han mantenido a lo largo de historia un apasionado romance. ¿Pero han alterado las drogas la percepción de la historia de la literatura como de quienes dicen las probaron alteran la percepción de su propia vida? ¿O es solo una alucinación?.

Desde "Los paraísos artificiales" de Baudelaire, las drogas han estado presentes en la literatura del siglo XX: romanticismo, new wave, dandismo, satanismo, modernismo, surrealismo, generación beat, contracultura... Opio. Morfina. Éter. Cocaína. LSD. Y alcohol. Todas tienen algo común: haber servido como fuente de inspiración.

De Cocteau a Hunter S. Thompson. De Philip K. Dick a Michel Houellebecq a los estados alterados de la conciencia Huxley, en "Un mundo feliz". Hasta una tesis, formulada por la investigadora británica Barbara Reynolds, sostiene que, para inspirarse, el mismísimo poeta italiano Dante consumía cannabis y mescalina. Y de sus visiones, surge la Divina Comedia, donde Dante se compara con Glauco, quién alimentándose con una hierba se había transformado en una divinidad marina.

Después llega el doctor Albert Hoffman con el LSD y Huxley, Marcuse, Burroughs, Ginsberg sucumbieron a esta sustancia pero también la medicina, la filosofía, la historia, la política, incluida dicen la CIA no pudo resistir la tentación.

"Huxley era de la misma opinión que yo. Opinaba que el LSD merecía una difusión más amplia, pero que antes de consumirlo era indispensable una preparación adecuada, un saber adecuado, mediante lo que denominaba una auténtica ciencia de la experiencia mística", afirmó Hoffman en "El dios de los ácidos" .

La contrapartida del alcohol que dejó obras maestras como las de Bukowski o Malcolm Lowry, quien en "Bajo el volcán" resume su experiencia como borracho, es que nos robó a Poe, Verlaine, o incluso el propio Rimbaud.

Stephen King confiesa en su autobiografía, "haber llenado páginas y páginas, libros enteros sin saber qué decía, fruto de una borrachera enorme e interminable que le duró más de veinte años".

Salvador Elizondo hace un resumen ciertamente breve del tema: "Desde los tiempos de Grecia, con la leyenda de Sibila, que ingería para facilitar la expresión de los enigmas, hay casos clásicos en la literatura de ingestión de drogas".

"No basta saber que las drogas abren las puertas de la percepción. Es necesario tener el criterio de cerrarlas a tiempo. A eso es lo que se refería Hoffman y Huxley. Hay que echar un vistazo, y huir" y "el que usa las drogas quiere pasar por encima del mundo, pero el mundo le ignora y al final le acaba pasando por encima". O "la inteligencia te persigue pero tu eres más rápido" o el "vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver" de el club de las glorias que misteriosamente murieron a la edad de 27 años : Amy Winehouse, Kurt Cobain, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Jim Morrison, como si se hubieran propuesto homenajear el título del segundo disco de los New York Dolls: "Too much, too son" (demasiado y demasiado pronto)..

Un ejemplo glorioso que duda cabe es Hunter S. Thompson y sus décadas de excesos que terminaron en suicidio. Su fama empieza con la publicación del lisérgico "Miedo y asco en Las Vegas" (1971), libro que le hizo una estrella de la contracultura y, como consecuencia, dejó de ser un escritor vivencial y lumpen.

Las drogas inician, revelan y también destruyen. A juzgar por la propia experiencia de Cocteau, las "Confesiones de un opiáfago inglés" de De Quincey y los comentarios de Burroughs, en su obra "Yonki": "La droga es una inoculación de muerte que mantiene el cuerpo en condición de emergencia".

Sobre este asunto, el libro "El paraíso de los escritores ebrios" (Ediciones Amargord, Madrid, 2008) es precisamente una incursión por los textos drogados y las preocupaciones íntimas de algunos escritores españoles e hispanoamericanos, desde el modernismo a la posmodernidad. En el que la historiadora Marta Herrero Gil (Madrid, 1981) plantea la pregunta ¿cómo se relacionaron sus experiencias drogadas con sus muertes y su vidas? valiéndose de referencias literarias que expresan directamente opiniones de los autores sobre las sustancias.

Algunos datos sobre literatura y drogas.

José Martí es considerado el primer escritor hispanoamericano en dedicarle una poesía al hachís. Julián del Casal escribió La canción de la morfina. En este poema la morfina habla en primera persona al lector. El colombiano José Asunción Silva usó el recurso a las drogas (copaiba, sándalo, bromuro, éter...) como simulacro en vida del suicidio.

Incluso el poeta Rubén Darío "diferencia los paraísos artificiales de la droga de los paraísos reales de la ebriedad artística". En "Uno de los más bellos cuentos escritos" o "El humo de la pipa" (1888) también narra visiones bajo el efecto de las drogas.

En general los escritores modernistas probaron todo tipo de sustancias y dejaron testimonio sobre esas experiencias en sus obras. Uno de los más excéntricos fue el leonés Pedro Barrantes cuya obra más famosa fue "Delirium tremens".

Lo que les llevó a momentos de hasta pre-activismo en la prevención de riesgos. Así Valle Inclán pronunció en Buenos Aires en 1910 una conferencia sobre "Los excitantes en la literatura. Peligros y ventajas". Habló de dos tipos, los naturales y perjudiciales y relacionó las drogas con la búsqueda espiritual.

En realidad a estas sustancias se les empieza a tener miedo allá por 1912, fecha en la que se firma el Convenio Internacional de la Haya sobre restricción en el empleo y tráfico del opio, morfina, cocaína y similares, que España suscribe y es entonces cuando llega la irrupción de ese realismo mágico hispanoamericano, en la literatura logró mejor fusión de lo real con lo imaginario que el sonido de una guitarra flamenca con un sitar.

Así leemos a menudo en estudios sobre drogas y literatura que "la droga estaba vinculada a la poesía porque, como ésta, había alcanzado en la modernidad su autonomía, y había dejado de ser servidora de la religión o de la filosofía para explorar el universo por cuenta propia. Y el poeta recurre a ellas porque tiene ansias de infinito."

Y uno de los escritores que más claramente han hablado de la vinculación de la experiencia lisérgica con la búsqueda espiritual es el chileno Alejandro Jodorowski. Para él, el objetivo de la experiencia pasa por romper los límites a la conciencia individual. Dentro de lo que el llama psicomagia o el "diálogo con el subconsciente".

Hasta Fernando Arrabal tomó ketamina como anestesia para una operación quirúrgica y después de eso escribió "Ketamina veloz". Pero hay muchos más que derribarían el tabú contra las drogas de gente que las rechaza por simple prejuicio, ignorancia o desconocimiento como: Antonio Martínez Sarrión, Luis Racionero, Antonio Escohotado, Jesús Ferrero, Pepa Roma o Javier Esteban.

"Sacada de un contexto ritual, la droga se convierte en ritual del poeta, en camino hacia sus infiernos o hacia sus paraísos y hay veces en que le enseña que la locura está insertada en la rutina tediosa en la que vive nuestra sociedad: ebriedad que llama realidad. De tanto decir sí la vida se vuelve alquimia de eternidad" .

Famosos escritores bajo efectos de distintas sustancias.

Hemingway, Faulkner, Poe o Joyce, escribieron con excesos etílicos líneas inmortales. William Shakespeare, era al parecer consumidor habitual de marihuana: ¡oh Romeo, Romeo, ¿me pasas el peta? que no aguanto a mis padres!.

Sobre Phillip K. Dick, se han escrito ríos de tinta construidos sobre la base de leyendas urbanas, porque en realidad es de los pocos que siempre desdeñó la influencia de las drogas para escribir, ysolo lo hizo en sus primeras novelas. Gracias a las anfetaminas, llegó a escribir hasta 65 páginas al día, en un duro trance económico al que evidentemente logró sobrevivir.

La mescalina estuvo presente en la creación del "Teatro de la Crueldad" del genial Antonin Artaud o en la poesía de Henry Micheaux y en la obra que Ken Kesey escribió durante su trabajo nocturno como vigilante en un hospital.

"Dr Jekyll and Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson, del genial escritor escocés, se escribió bajo la influencia de la cocaína. "On the Road" de Jack Kerouac revolucionó en los cincuenta la literatura, con un nuevo stream of consciousness que se llamó prosa espontánea. Líneas experimentales de un grupo que se llamaría Bit, a partir del uso de la benzedrina y el cannabis y por supuesto el alcohol, que finalmente llevaron a una muerte prematura a este gran escritor.

Pero sin duda "Las Puertas de la Percepción" es "una de las más ricas descripciones del efecto de las drogas: la sensualidad caleidoscópica, las modulaciones de la conciencia, los colores de la música y las visiones ultraterrenas que se arremolinan". Pues no todo queda solo en el análisis de la sensación física y psíquica obtenida durante la ingesta de sustancias alteradoras, sino que en el libro también se analiza relación entre el arte, las sustancias psicodélicas y la producción de visiones a través de otros medios, como el ayuno, la pirotecnia o las flagelaciones incluso.

"Gravitiy's Rainbow" es otro de los libros clave de la historia de la literatura y las drogas. Su autor Thomas Pynchon vivió en México, donde, por su bigote y por su hábito de fumar marihuana, leemos en los blogs le llamaban "Pancho Villa". Aunque no sabemos qué tipo de marihuana poderosa consumía, o si le sentaba del todo bien porque dicen que llegó a expresar que después de fumar marihuana había empezado a recibir una especie de comunicación telepática: la paranoia cósmica (Smoking Dope).

Cualquier libro de Stephen King entre 1979 a 1987 se escribió bajo efecto de las drogas. No es que sea un escritor prolífico, es que es un escritor adicto. King debería ocupar uno de los primeros lugares sin duda en un ranking de "escritores consumidores" cuando dijo: "No me acuerdo qué escribí durante ese período", haciendo referencia a su severo uso de la cocaína.

Otra joyita aparte, bastante menos best seller, es "The Iluminatus Trilogy". No puedes dejar de leer esta novela de Robert Anton Wilson sobre "la percepción alterada, la iniciación perpetua del universo, las sociedades secretas, la cultura psicodélica y el encantamiento del fin del mundo (esa esquina que estamos siempre doblando desde el principio de la historia)", escrita tras experimentar con marihuana, peyote, hongos, DMT, LSD y otras sustancias. De hecho en esa novela se inventa una droga de ciencia ficción que se llama Aum, compuesta por extracto de cáñamo, ARN, heroína, cocaína y LSD. La heroína produce ansiedad, el ARN estimula la creatividad, el cáñamo (o hemp) y el LSD abren la mente a la alegría y la cocaína estimula el pensamiento y la actividad. Si existiera en una realidad paralela, la suya por ejemplo, no nos cabe duda que sería sin duda una auténtica bomba de relojería. Aunque sea por aquello de la infernal mezcla.

Seguro todos conocéis el clásico "Naked Lunch" o "El almuerzo desnudo" de Burroughs, usuario reconocido de ayahuasca, marihuana entre otras drogas, que también creó varias sustancias fantásticas, como es el caso del famoso "polvo de bichos" o "bug powder".

Citando a Baudelaire en "Los Paraísos Artificiales", ese gran referencia y de cabecera en la adolescencia de muchos, habla de los placeres del hachís y de otras sustancias como el laudano, y dice: "para no padecer el horrible fardo del tiempo que quiebra los hombros y los inclina hacia el suelo, uno debe embriagarse infatigablemente. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía, de virtud, de lo que sea. Pero embriagarse".

Luego vino Jung y dijo: "Los vicios del hombre constituyen la prueba de su ansia de infinitud". Adicto a las anfetaminas (como Hitler, Kennedy y tantos otros), Jean Paul Sartre experimentó en 1935 con la mescalina una sustancia que le hizo ver langostas gigantes y escribir "La Náusea", obra clave en el existencialismo, escenario mismo del movimiento de esta corriente en una narración lindante con el ensayo filosófico, protagonizada por un personaje hiper analítico, que presencia cómo el agua cae de sus manos y la vida se le escapa, en un exceso de lucidez.

Pero hay más escritores y anteriores. Insistimos en que el uso de las drogas no es algo post moderno o contemporáneo, es un clásico, solo que antes no existía persecución o mediática difusión de su uso.

¿Eran más liberales antes o más ingenuos?. Fitz Hugh Ludlow (1836-1970) publicó en 1857 en la prestigiosa revista americana Putnam´s Monthly" ‘Apocalypse of Hasheesh' (El apocalipsis del hachís), germen de la que fue la gran obra de su vida: ‘El comedor de hachís'. Licenciado en medicina más tarde, utilizó sus conocimientos y su estudio personal del opio para tratar a los adictos a la droga que proliferaban después de la guerra.

En relación con la adicción al opio escribió un articulo llamado 'What shall they do to be saved?' (¿Qué deben hacer para ser salvados?), lo que le convirtió en precursor de las modernas clínicas de prevención de riesgos en el uso y abuso de drogas, de nuestros días. Fue, además un personaje: crítico de arte, música y literatura para el Evening Post y formó parte del grupo de intelectuales y artistas de El Circulo de Nueva York, entre los que dicen se podría haber encontrado también a Walt Whitman y Mark Twain.

Ya en plena época romántica, un derivado del opio, del éter y la cocaína, llamado morfina, había sido la sustancia dominante en los ambientes más vanguardistas. De hecho aparecerá el término neurosis para definir un estado de "apatía nihilista" que el doctor Grellety bien describe más tarde en un ensayo que llamó 'Neuróticos y decadentes'. La historia incluso insinúa que los primeros morfinómanos célebres alemanes fueron el canciller Von Bismarck y el músico Wagner.

En Rusia, el escritor Mijail Bulgakov le dedicó todo un relato a esta sustancia en 1927 y en 1889 ya contaba Montjoyeux en 'Les femmes de París' alude al tema: "llevan siempre consigo la agujita de oro. Si se aburren o están tristes, se pinchan inútilmente, como autómatas; que se sienten perdidas, pues repiten". Sin tener que mirar al extranjero, Ramón Gómez de la Serna también nos narró una experiencia morfinómana en 'La Nardo'.

Y no podíamos olvidar por supuesto en este repaso por grandes de las letras y del consumo a Tim Leary (1920-1996). Gurú del ácido que "abrió" las puertas de la percepción a millones de lectores relatándoles las maravillas del LSD. Científico y psicólogo creía que al ser humano se le puede cambiar a mejor con la ayuda de las drogas psicodélicas.

Fue un visionario, un adicto a la ilusión y a la ensoñación probablemente, un libertino, un educador, un borracho irlandés, "un sonriente hombre de mala reputación", un explorador del espacio interior, un sin casta y un millonario, un defensor de los derechos individuales, un filósofo bon vivant, inspirador. Y "Devocionario psicodélico" es la más interesante de sus obras.

Lo sentimos si aún no sabías que los Reyes Magos eran los padres, pero hasta Sir Arthur Conan Doyle prestó sus propias experiencias con la cocaína y la morfina a su famoso personaje Sherlock Holmes.

Sigmund Freud y el alcaloide, el peyote y Antonin Artaud, ese genio que dijo en francés ("allí donde huela a mierda, huele a ser"); la mescalina y Aldous Huxley, y el LSD, y la generación Kerouac o Burroughs ... son casi inseparables pues su relación con la droga es de tipo existencial y no solo literario. ¿Ha perdido a estas alturas ya la droga su aura maldita?. Literatura drogada o droga literaria, como sea dos realidades que a menudo no han sabido ser en absoluto ajenas.

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