Botrytis cinerea: el recaudador de la naturaleza

Exitable
16 Oct 2011

La mayoría de enfermedades que pueden afectar a las plantas son causadas por diferentes hongos y, en menor proporción, por infecciones de bacterias o virus. El hongo Botrytis cinerea afecta a una amplia variedad de plantas haciendo uso de diferentes mecanismos; el cannabis, las fresas o la vid son algunos de sus principales hospedadores.


La mayoría de enfermedades que pueden afectar a las plantas son causadas por diferentes hongos y, en menor proporción, por infecciones de bacterias o virus. El hongo Botrytis cinerea afecta a una amplia variedad de plantas haciendo uso de diferentes mecanismos; el cannabis, las fresas o la vid son algunos de sus principales hospedadores.

La mayoría de enfermedades que pueden afectar a las plantas son causadas por diferentes hongos y, en menor proporción, por infecciones de bacterias o virus. El hongo Botrytis cinerea afecta a una amplia variedad de plantas haciendo uso de diferentes mecanismos; el cannabis, las fresas o la vid son algunos de sus principales hospedadores.

El agua de lluvia que empapa esta planta afgana pura garantiza que se  verá afectada por el moho gris.

Botrytis cinerea: éste es el nombre científico que recibe en latín el hongo de la botritis. El nombre Botrytis - del griego botrytis, cuyo significado es “grupo de uvas”- le viene dado por la forma en que se desarrollan las esporas del hongo, en forma de racimos. En latín, se le añade cinerea, que define el típico color grisáceo que toma la acumulación de esporas a medida que avanza la infección.

Conocido también como moho gris, que es el término más utilizado en horticultura, o podredumbre de los cogollos -en referencia la pudrición que provoca en los racimos florales-, este hongo patógeno ataca frecuentemente a los cultivos de cannabis. Desde el punto de vista económico, se trata del hongo que provoca más pérdidas en los cultivos, ya sea antes de la recolección, como después de ésta.

El hongo

Al desarrollarse, el hongo de la botritis produce gran cantidad de micelio gris y conidióforos largos y ramificados. Estos últimos, los conidióforos, son unas estructuras microscópicas especializadas en producir asexualmente miles de esporas, llamadas conidios. Estos se localizan en los extremos de las hifas, o micelio del hongo, son incoloros o de color gris, y esparcen las esporas en el aire de manera eficiente, sobre todo cuando el clima es húmedo. El viento se encargará luego de diseminarlas allá por donde vaya pasando.

Este hongo patógeno puede atacar al cultivo independientemente del estado de desarrollo del mismo, pudiendo infectar cualquier parte de la planta: la base de los tallos, los brotes, las hojas y los racimos florales o cogollos. No obstante, el lugar donde suelen producirse las infecciones en condiciones normales es la punta de las ramas florecidas.  Funciona como una especie de recaudador de la naturaleza,  pues toma, en mayor o menor medida, una parte  del rendimiento de los cultivos,

El cultivo de cannabis en exterior se ve frecuentemente afectado por infecciones de botritis. El momento en que suele esperarse la visita de este hongo es cuando la floración se encuentra en estado avanzado y se aproxima la maduración de los cogollos. Justo cuando las temperaturas empiezan a bajar después del verano y comienza a refrescar por las noches. A estas alturas de la temporada, los días son más cortos y, con ello, la luminosidad va escaseando. Además, las lluvias provocan un aumento de la humedad ambiental que, si bien podía resultar incluso deseable durante el crecimiento vegetativo, ahora se convierte en una amenaza temible para los racimos florales densos. Éstas son las condiciones óptimas para la aparición y desarrollo del moho gris, que se extiende con rapidez si no se remedia.

Las revisiones diarias nos permiten detectar infecciones de forma temprana.

La genética de las plantas es otro factor clave en la tendencia a contraer esta enfermedad fúngica. Las variedades Indica y sus híbridos son más susceptibles de sufrir ataques de moho gris, debido a la mayor densidad de los cogollos y a una tendencia manifiesta a la pudrición. Sin embargo, la resistencia de cada individuo concreto frente al hongo resulta determinante. Las variedades afganas puras o sin apenas hibridación son las más sensibles con diferencia, hasta el punto de que su cultivo al aire libre puede llegar a convertirse en una experiencia frustrante, incluso para el cultivador más avezado.

La infección puede aparecer por diferentes causas, aunque las oquedades naturales y las heridas en tallos y hojas producidas por plagas, podas o fuertes lluvias son una puerta de entrada por la que pueden penetrar fácilmente las esporas del hongo, encontrando las condiciones ideales para desarrollarse. También los restos de materia orgánica muerta, como los excrementos que dejan las orugas a su paso por las plantas, son factores de riesgo que aumentan las posibilidades de infección.

Detección y saneamiento

El moho gris se desarrolla de dentro hacia fuera. En muchas ocasiones podemos encontrar ataques del hongo que no han llegado a desarrollarse, los cuales suelen darse en hojas cercanas a los cogollos. Aunque la infección no haya seguido extendiéndose, su presencia nos avisa de que posiblemente exista un foco de botritis cerca.

En estos casos, hay que revisar toda la zona que rodea este punto necrótico, de aspecto húmedo y podrido, en busca de algún foco de infección que se escapa a primera vista. El hongo que pudre los cogollos actúa de forma “silenciosa”, así que las revisiones deben ser diarias. Las partes de la planta en las que suelen iniciarse el desarrollo del hongo son las formaciones agrupadas de cogollos en las ramas principales, por debajo de la punta.

Cualquier hoja que presente un color sospechoso, pardo o amarillento en medio de hojas verdes, nos avisa de que hay tejido afectado más adentro, en la estructura del cogollo. Las esporas del hongo son visibles y de textura blanda y esponjosa al tacto, sin consistencia. Al tocarlas, se desprenden con facilidad, dispersándose en el aire, cosa que debemos evitar en la medida de lo posible para impedir que contaminen otras zonas de la planta.

Cuando encontramos un foco de infección, hay que cortar por lo sano, eliminando toda la materia vegetal afectada. Hay que extremar el cuidado en la manipulación del tejido podrido para reducir la posibilidad de contagio a otras partes de la planta o a otros ejemplares próximos en el jardín. Todo el material afectado debe desecharse sin contemplaciones, los utensilios utilizados en la manipulación del hongo han de desinfectase con alcohol para evitar contagios. Si la extensión del moho gris abarca casi todo el fruto no nos quedará otro remedio que asumir la pérdida y desechar el cogollo entero.

Unas tijeras de punta fina facilitan un trabajo de precisión a la hora de sanear las zonas afectadas.

Para retirar el tejido infectado, primero hay que averiguar hasta dónde ha llegado la infección dentro del cogollo. La punta de unas tijeras cerradas es una gran aliada en estos trabajos de precisión: mientras se aguanta firmemente el cogollo, se abre el cogollo con la punta de las tijeras, separando la materia vegetal sin llegar a romper la estructura del cogollo. De esta forma, podremos hacernos una idea del alcance de la infección en el interior, en las zonas alejadas de la luz. Si la parte contaminada es tan extensa que no vemos el final, no quedará más remedio que diseccionar el cogollo, para lo cual habrá que “descabezar” la rama cogollada en muchos casos, introduciendo la tijera hasta cortar el tallo central. A continuación, van desmontándose los cogollos uno a uno, eliminando las partes enfermas y poniendo aparte lo que se pueda salvar.

Lo ideal es detectar a tiempo la infección y que ésta no se haya extendido a lo largo del tallo central del cogollo. Esto se traduciría en pérdidas reducidas y en la posibilidad de conservar la forma natural de los cogollos. En los casos dudosos, cuando se pretende evitar la disección completa de la rama cogollada, la mejor opción es no arriesgarse a dejar puntos de infección que puedan seguir haciendo estragos en el cultivo.

Cuando los cogollos son pequeños, se pueden sanear más fácilmente que cuando se trata de cogollos grandes y densos, como son las puntas de las ramas principales. Estos tienen más espacios en los que la ventilación es escasa o nula, la mínima humedad puede condensarse con facilidad, creando un entorno muy propicio para el desarrollo de las esporas de Botrytris cinerea. Los cambios de color en las hojas cercanas a los cogollos, de verde a amarillo o marrón oscuro, constituyen la indicación más certera de una infección interna.

Limpiar los focos de botritis en los cogollos no asegura que el hongo vaya a desaparecer por completo. Las zonas afectadas deben ser revisadas continuamente para coger a tiempo la aparición de un nuevo brote de infección.

Secado

Las partes sanas que han podido salvarse al sanear los cogollos afectados pueden ponerse a secar en hojas de periódico dobladas, en las cuales iremos reuniendo toda la materia vegetal sana que vaya quedando tras las limpiezas y revisiones de los cogollos durante la cosecha y la manicura. El aire entrará por los lados, y podrán secarse rápidamente. Este material que se ha salvado no suele presentar un aspecto atractivo, ya que tiende a aplastarse por su propio peso y la clorofila suele fijarse en la materia vegetal por la rapidez del secado. Sin embargo, siempre podrá aprovecharse más tarde junto a los recortes resinosos procedentes de la manicura para elaborar un concentrado de mucha mejor calidad.

El uso de un ventilador ayuda a que las plantas se sequen cuando el tiempo está lluvioso.

El hongo del moho gris puede seguir reproduciéndose después de que las plantas hayan sido cosechadas; sobre todo, si han quedado focos de infección sin detectar. Además, si las plantas ya estaban afectadas durante la última fase de la floración, las probabilidades de que haya nuevas infecciones es alta.

Controlar las condiciones ambientales que favorecen la aparición del moho gris durante el secado (humedad excesiva y falta de ventilación) no sólo es posible, sino que, en principio, resulta una tarea sin demasiadas complicaciones. Un ventilador que remueva el aire sin apuntar directamente a las plantas suele ser suficiente. El caso es no dejar que el aire se estanque alrededor de las plantas colgadas, ya que la humedad que va desprendiéndose de éstas durante el secado crearía un microclima idóneo para la pudrición.

En las cosechas ya almacenadas, el patógeno muestra actividad a bajas temperaturas por lo que la materia vegetal en fase de curado también debe ser revisada regularmente, incluso cuando no se hayan detectado focos de infección durante las etapas finales del cultivo.

Las revisiones diarias y frecuentes de la materia vegetal ya cosechada garantiza que las pérdidas por botritis sean puntuales. Una cosa es tener que pagar un tributo,  otra perder la cosecha.

Prevención

La única táctica infalible para evitar la botritis en las plantas de cannabis consiste en cultivar genéticas resistentes al hongo. Las variedades en las que predominan los rasgos Sativa suelen ser prácticamente inmunes. Eso sí, el predominio de estos rasgos ha de ser claro. En el mercado hay infinidad de nombres comerciales que se anuncian como variedades Sativa, pero al cultivarlas vemos cogollos densos y de estructura compacta. Obviamente, no es de recibo esperar que estas plantas sean tan resistentes como otras.  

 Las plantas con mucha carga Sativa, como este cruce de Zamal, son prácticamente inmunes a la pudrición.

No existen remedios químicos eficaces para prevenir o combatir la botritis, y la utilización de fungicidas es cada vez menos recomendable, tanto por la contaminación ambiental que deriva de su aplicación, como por la aparición de cepas resistentes a estos fungicidas.

Se pueden tener en cuenta diversas consideraciones a la hora de poner impedimentos a la aparición del moho gris en nuestras plantas. Para empezar, se tiene constancia de que el exceso de nitrógeno en el sustrato puede favorecer su aparición.

 

Por otra parte, cuando se acerca el final de la floración en los cultivos en exterior, momento en que el hongo suele atacar los cogollos, es muy importante tener en cuenta la distribución de las plantas por varias razones. Por ejemplo, es mejor que entre los distintos ejemplares haya bastante espacio libre; en las plantaciones masivas los riesgos de infección y contagio se multiplican. Por otro lado, las horas de luz van reduciéndose con la llegada de los días más cortos y la línea que traza el sol en el cielo es descendente, así que debemos comprobar las horas de luz directa que reciben las plantas cada día y evitar que éstas pasen demasiado tiempo a la sombra.

Es recomendable realizar los riegos por la mañana para que las plantas no permanezcan húmedas durante la noche. En algunos casos, cuando  las plantas cultivadas en contenedor muestran una vegetación excesiva en la parte próxima al sustrato, al cual no llega nunca la luz, pueden realizarse riegos desde abajo, por inmersión, para evitar que la humedad se acumule.

Los efectos de la botritis fueron descubiertos en este cogollo durante la manicura posterior al secado.

Las probabilidades de que aparezca botritis en las plantas aumentan considerablemente justo después de las lluvias; sobre todo, si las plantas no disponen de un toldo o un techo que las proteja de las inclemencias del tiempo. Incluso resguardadas y puestas a cubierto, la humedad excesiva que provocan el suelo mojado y las inevitables salpicaduras de agua son un factor de riesgo para que haga su aparición el moho.

Cuando paren las lluvias, puede ser bastante recomendable dar ventilación extra a las plantas. Estén más o menos mojadas, lo importante es impedir en lo posible que la humedad quede retenida en los cogollos. Aunque sea al aire libre, uno o más ventiladores ayudarán a que la visita casi obligada del señor moho a nuestros jardines sea lo más breve posible.

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