Del aceite al hecho

Soft Secrets
26 Apr 2017
Habitualmente escuchamos que el cannabis sirve para combatir una serie casi infinita, bastante interesante, de enfermedades. Pero los que consiguen hacer un tratamiento son pocos, porque el acceso al aceite de calidad es caro, pero además cuando conseguimos aceite lo hacemos en un contexto de clandestinidad que no brinda todas las garantías que una medicina requiere. Se ha hecho demasiado popular atribuirle al cannabis una serie de propiedades, de ventajas, de virtudes cuasi milagrosas que me hacen acordar a aquella perorata de los años 90 con la supuestamente bendita (o algo así) agua milagrosa de Querétaro. Muchas de las virtudes de la planta claro que son reales. Pero mal explicadas o en boca de embusteros son solamente promesas al viento. Se habla, se invoca, el poder terapéutico del cannabis para decenas, sí decenas de enfermedades. Muy livianamente se sugiere que es una cura para el cáncer. O más sensatamente se dice que ayuda a aliviar dolores y molestias. Y es verdad. Pero quién consigue estabilizar una planta para hacer 100 miligramos de aceite por semana para disputar el dolor crónico de un cáncer, pongamos por caso. Muy pocos, aunque cada vez más, es cierto. He visto a mucha gente, mayor acercarse a las ferias de cannabis para contar sus dolencias y ver si alguien los puede ayudar. ¿Quién los puede asesorar realmente? Bueno, creo que pocos y en algunos casos nadie. He consultado con tipos que hacen aceite y los venden por debajo de la mesa. Son contados lo que puedan vender aceites de calidad, la mayoría venden un aceite de oliva con más o menos aceite de cannabis y se la tiran de que es aceite milagroso, poco menos como el de la unción de Jesús, como el jabón de la descarga de los evangélicos.

Me parecen muy de mal gusto todas esas habladurías del aceite.

Pongamos por caso que tu tía tiene un cáncer terminal y que durante un mes le quieres dar el cannabis para que los opiáceos no la saquen de ambiente, para que no la aparten del mundo. Necesitarás, empezar con entre cinco a diez miligramos, pongamos por caso durante una semana y luego subirás la dosis. Necesitarás 60 miligramos para un mes, como mínimo. El Charlotte Web cuesta unos 200 dólares para un mes y poco de uso, más envíos. Si quisiera hacer el aceite de Rick Simpson debería contar con medio kilo de flores cada mes para hacer los 60 gramos que recomienda. Eso significa, unos siete quilos de cannabis al año.

¿Cómo se supone que alguien consigue todo ese cannabis? Si esa cantidad es ilegal hasta en casi todos los países donde la marihuana sí es legal.

Bueno, puedes conseguirlo si lo plantas y te expones a que la policía llegue a tu casa y oh sorpresa, tengas unas tal vez entre doce y quince plantas por año destinadas exclusivamente a tener aceite para tu tía que está tan jodida. Las enfermedades aparecen, rara vez nos avisan con un año de anticipación, para que podamos hacer el aceite de cannabis. Entonces, lo del aceite se transforma en una burla. Porque es virtualmente imposible, hacerlo y conseguirlo es también muy dificultoso y además no sabemos qué tiene ese aceite, cuál es su composición química, quién lo hizo con qué flores. Es el terreno ideal para los estafadores. Claramente, también hay muchos cultivadores que plantan para aliviar a otros y lo hacen con un altruismo enorme. Tienen las boals y los ovarios para jugarse el pellejo con tal de darles un respiro, lo hacen conscientemente porque saben que esa enfermedad de alguno va a acontecer. Se juegan el pellejo, se juegan su libertad y lo hacen en todos nuestros países. Pero muchas veces siquiera pagando —porque estos cultivadores hasta regalan el aceite—alguien puede completar un tratamiento. Porque los cultivadores elaboran poco, porque ya se lo dieron a alguien más que también lo necesitaba. Estos cultivadores son panes del cielo, tienen las mejores intenciones, pero muchas veces llegan hasta ahí porque hacer litros y litros de aceite requiere, no solo destrezas como cultivador y como extractor de aceite, sino también requiere destrezas administrativas, de hacerle frente a asuntos de stock, de flujos de capitales, de logística, economía y todos los factores variables que hacen a la producción de lo que sea. Sabemos que por más buena voluntad que se ponga muchas de estas cosas no son fáciles de lograr. Y eso ocurre porque hay épocas del año donde hay más disponibilidad de aceite que en otras. Obviamente esta época es cuando sobreviene la cosecha. Son demasiadas variables para manejar como para decirle a tu tía que tome el aceite de cannabis. Sin embargo, en páginas web, en diarios grandes, en la televisión y hasta algunos doctores se la tiran de que el cenabais cura. Sí, es verdad, buenísimo, pero el cannabis cura a los que tienen guita o al que no le importa tener doce matas gigantes en su patio o a las Mama Cultiva, que la verdad, es la mejor solución, pero para enfermedades como la epilepsia que no te van a matar —en la mayoría de las veces— sin más, en un poco tiempo. El cannabis compasivo, para un enfermo terminal es inviable a menos que puedas gastar los 250 dólares por mes que sale traer los paquetes, más los impuestos que cobren las aduanas de tu país y sin mencionar la exposición a la que los usuarios se enfrentan en países donde el cannabis medicinal no está regulado. Por eso, solo quería decir, tratemos de moderar los mensajes y las esperanzas, porque hay gente que busca en el cannabis la última de las respuestas, la penúltima opción quizás, y si nos damos bombo entre nosotros y luego no podemos proporcionar el aceite es como mostrar el dulce al niño y darle una décima parte, con suerte. Es una abominación. Moderemos el mensaje. Aprendamos a decir que es la prohibición la que nos enfrenta a los chapuceros o a la falta de aceite de calidad. Text: Agustín Vitupirena
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