¿O estarán ciegos?

Soft Secrets
19 May 2016

Entre el 19 y el 21 de abril los representantes del mundo se van a sentar a hablar de políticas globales. Como lo hacen habitualmente. Pero esta vez será para debatir el rumbo de la fiscalización de drogas.


Entre el 19 y el 21 de abril los representantes del mundo se van a sentar a hablar de políticas globales. Como lo hacen habitualmente. Pero esta vez será para debatir el rumbo de la fiscalización de drogas.

Entre el 19 y el 21 de abril los representantes del mundo se van a sentar a hablar de políticas globales. Como lo hacen habitualmente. Pero esta vez será para debatir el rumbo de la fiscalización de drogas. Los representantes diplomáticos de todos los países abrirán su boca, levantarán su mano —o no—, y se posicionarán entre un par de posiciones.

Una es la idea de continuar, más o menos, como hasta ahora. Gastando millones de millones de cualquier moneda en policías, juzgados, jueces, actuarios, fiscales. Continuar con la ceguera.
La otra es dejar que los países puedan tomar sus propias decisiones. Lo cual ya de por sí, aunque no sea suficiente es mucho, porque hasta ahora las convenciones internacionales de drogas penalizan una costumbre cada vez más extendida en las sociedades de todo el mundo, la de encajarse algo, drogarse. ¡Buh!

Los dinosaurios, están parados en su propia sombra. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de Naciones Unidas tiene la voz cantante. Se la pasa advirtiendo a los países latinoamericanos que la flexibilización del régimen de control social para el uso de drogas atenta contra las sacrosantas normativas, dios las tenga en la gloria. Es curioso, porque no se escucha esa misma crítica para Estados Unidos y otros países que tienen un régimen más liberado. La JIFE, ha desarrollado potestades de juez. Cuando en realidad es un simple aduanero global que debe controlar los formularios que llenan los ministerios de salud y aduanas al usar, recibir y/o enviar sustancias controladas. La moralina que le hace inferir a cualquiera que las drogas hacen mal (aunque nunca las haya probado), por tanto hay que prohibirlas, es la misma que le da poder a la JIFE. Aunque los consejos de la JIFE son cuasi tratados internacionales para algunos, particularmente para la prensa, son solo consejos, nadie va a sancionar a nadie. Holanda, que legalizó en los 70`, no parece muy afectada económicamente o en su relacionamiento con el mundo o con las propias Naciones Unidas.

La DEA estadounidense, preparando el clima para la UNGASS, sacó su informe anual en marzo. Ahí dicen todas las consabidas obviedades y nada de lo importante que tienen para decir. Que Centroamérica sigue enviando cocaína a su país, que Brasil esto, que Bolivia lo otro, que Uruguay, que Paraguay, que las fronteras porosas, que bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla. Obvio que sí agente de la DEA. México, Colombia, Perú y Bolivia mandan perico a todo el mundo. No se sientan especialmente halagados. Porque son ustedes los que se toman la frula latina, los estadounidenses se empolvan en Nueva York, en Seattle, en San Francisco, en California, en Tenneesse, en New Orleans, hasta en Utah donde está lleno de mormones se parten la nariz, se la toman toda y quieren más, siempre. Desean toda la que sale de acá abajo. La que pudre los barrios, la que fuman los pibes/chavos/cabros en la calle, es el descarte del descarte, del descarte que alguien sacó de la basura que quedó de ese corte exquisito que te mandan los malos mexicanos. Son los que te conocen por dentro, porque pasan escuchando rancheras por tu frontera igualmente porosa, pero mucho más suculenta.
Qué triste.

Pero por suerte no todo es tan malo, malo, en el mundo. Hay algunos países que tuvieron que aprender a los tiros, a los golpes, con desaparecidos y una corrupción empresarial y estatal escalofriante.
Hablo de México.

Allí los diputados realizaron varias audiencias públicas para discutir la legalización de la marihuana durante enero. Esto, luego que la Suprema Corte de Justicia autorizara a cuatro personas a sembrar, transportar y consumir cannabis con fines recreativos.

El debate versó sobre la regulación del consumo, autoproducción, los derechos humanos, el contexto internacional, la relación con la política criminal, el sistema penitenciario y la seguridad pública, su uso medicinal, la salud pública y el comercio de cannabis.

“Sólo con una alternativa integral ayudaremos a atender este problema social, porque nos queda claro que la política prohibicionista y la violencia que se quiso atajar cuando se avanzó de una manera más frontal en el combate al crimen organizado vinculado con el uso y tráfico de estupefacientes, no han dado los frutos esperados”, explicó el presidente de la Cámara de Diputados, el perredista, Jesús Zambrano.

Si estos señores de saco y corbata ahora sí están dispuestos a hablar de cogollos en floración es porque atrás hay una torta de pasta. Según la revista Forbes, México representa una oportunidad de negocios de entre 1.000 a 2.000 millones de dólares anuales por la comercialización de marihuana médica en los siguientes 10 años.

La razón va por muchos lugares. Nunca habrá una sola. Pero hay algunas que son impostergables. Mientras que en la gran reunión de la ONU unos cuantos diplomáticos se la pasarán bostezando y en México otro tanto, hay gente que sufre. Gente a la que se le niega un derecho humano básico: la medicina. Esto no es cliché y no hablo precisamente de adultos. La prohibición niega el alivio a los niños. Ya no hablo de drogarse.

Raúl Elizalde, es padre de la niña Graciela de 8 años beneficiada por la Corte Suprema de México para que importe una medicina en base a cannabis. Ahora armaron una fundación para ayudar a más de 5000 niños mexicanos con epilepsias.

“Es básico que se reconozca el derecho a la salud que tienen todos los pacientes con la necesidad de un tratamiento adicional, alternativo, siempre y cuando su médico se los otorgue”, dice Raúl.
Es básico que las cosas sean lo más racional posible. Así la mayor cantidad de ciudadanos en el mundo tendrá mejores estándares de vida. En América Latina se demostró con ríos de sangre y sufrimiento que la cosa no puede seguir así.
¿O estarán ciegos?

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